Un adyuvante común de las vacunas está bajo escrutinio de un comité que este año ha impulsado varios cambios en las recomendaciones de vacunación en EE. UU.
El Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP, por sus siglas en inglés) comenzó a analizar las sales de aluminio, un adyuvante presente en muchas vacunas recomendadas por las autoridades sanitarias estadounidenses, según informaron sus miembros el 5 de diciembre.
«Con el calendario actual, los bebés reciben en una sola visita varias vacunas que contienen aluminio», explicó la Dra. Evelyn Griffin, uno de los miembros, durante una presentación a sus colegas.
«Datos experimentales y clínicos sugieren que el aluminio y las sales de aluminio inyectados por vía intramuscular pueden persistir en el lugar de la inyección y luego migrar a través de las células inmunitarias al hígado, el bazo y otros órganos, incluido el cerebro», añadió posteriormente.
Citó diversos artículos científicos, entre ellos uno de 2019 que señalaba el hallazgo de aluminio en el tejido cerebral y otro de 2014 que afirma que las sales de aluminio han demostrado afectar al sistema nervioso central.
Christopher Shaw, investigador de la Universidad de Columbia Británica y coautor de este último artículo, dijo a The Epoch Times en un correo electrónico que celebra la investigación sobre la exposición humana al aluminio de todas las fuentes, incluidas las vacunas.
«Estoy bastante seguro de que si se eliminaran los adyuvantes de aluminio de las vacunas pediátricas, la incidencia del autismo disminuiría considerablemente», afirmó Shaw, doctor en neurociencia.
Algunas organizaciones sostienen que las vacunas que contienen aluminio son seguras. La asociación empresarial Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (PhRMA), patronal de los fabricantes de vacunas, afirma en su sitio web que la cantidad de aluminio en las vacunas se encuentra dentro de los límites establecidos por las autoridades federales y que los estudios han demostrado que el organismo «procesa y elimina de forma eficiente el aluminio de las vacunas».
El ACIP asesora a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sobre vacunación. Este año, los CDC han introducido varios cambios en sus pautas a partir de las propuestas del panel.
Modificar el uso de las sales de aluminio —incorporadas a las vacunas para potenciar su eficacia desde la década de 1930— podría tener un fuerte impacto en el sector, ya que forman parte de 24 vacunas, entre ellas las destinadas a prevenir la hepatitis B, la difteria, el tétanos, la tos ferina, la enfermedad neumocócica y la infección por el virus del papiloma humano.
Siguiendo las recomendaciones del ACIP, los CDC indicaron a principios de año a los fabricantes de vacunas que eliminaran el timerosal, un conservante a base de mercurio. Esta decisión solo se aplicó a las vacunas contra la gripe, ya que el timerosal se retiró de otros preparados hace años.
Modificar el uso de las sales de aluminio —incorporadas a las vacunas para potenciar su eficacia desde la década de 1930— podría tener un fuerte impacto en el sector, ya que forman parte de 24 vacunas, entre ellas las destinadas a prevenir la hepatitis B, la difteria, el tétanos, la tos ferina, la enfermedad neumocócica y la infección por el virus del papiloma humano.
«Si no se dispone de un adyuvante de aluminio, habrá que buscar un sustituto», declaró recientemente el Dr. Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Baylor College of Medicine, en una sesión informativa. Hotez, que se negó a asistir a la reunión del ACIP porque considera que el comité ya no se basa en la evidencia al tomar decisiones, añadió más tarde: «Si ahora hay que recurrir a otro adyuvante, eso implica de cinco a siete años de investigación y desarrollo, decenas o incluso cientos de millones de dólares. ¿Quién lo paga? Bueno, las empresas no lo van a hacer».

El presidente Donald Trump y altos funcionarios de la administración se han pronunciado recientemente en contra del aluminio.
«Los adyuvantes de aluminio están diseñados para aumentar la respuesta del sistema inmunitario y sobreactivarlo», declaró en un evento en noviembre el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien seleccionó a todos los miembros del ACIP tras destituir a los asesores anteriores. Añadió que los adyuvantes causan inflamación y pueden favorecer el desarrollo de alergias.
Kennedy y otros han llamado la atención sobre un artículo de 2023 elaborado por investigadores de los CDC y otras instituciones en el que se observó una asociación entre la exposición al aluminio de las vacunas y el asma persistente, aunque los autores señalaron que hacían falta más estudios debido a la posible influencia de otras variables que podrían explicar esa relación.
Investigadores daneses señalaron en un estudio independiente publicado este año que no hallaron relación entre la exposición a vacunas que contienen aluminio y trastornos como el autismo, aunque datos suplementarios corregidos posteriormente apuntaban a un mayor riesgo de síndrome de Asperger con una mayor exposición al aluminio. La revista que publicó el estudio ha rechazado las peticiones de los críticos, incluido Kennedy, de retractarse del artículo.
«No lo sabemos»
El Dr. Robert Malone, otro miembro del ACIP, afirmó, durante la reunión del comité, que estudiar cada vacuna por separado podría no revelar ningún problema, pero advirtió de un posible riesgo acumulativo, dado que los niños reciben decenas de dosis si siguen el calendario recomendado. Añadió que se refería a las sales de aluminio.
«Ese es un riesgo sobre el que no disponemos de datos suficientes», declaró. «Creo que todos podemos coincidir en ello. Aún desconocemos si existe un riesgo acumulativo asociado a este componente presente en múltiples vacunas pediátricas que se administran casi al mismo tiempo».
Griffin explicó que su presentación, en la que resumió los hallazgos de un subgrupo de miembros del ACIP que habían señalado el aluminio como posible problema de seguridad al revisar el calendario de vacunación infantil, respondía en parte a la postura de que «no se realizaron las pruebas adecuadas» al añadir vacunas que contienen aluminio al calendario.

Algunos miembros también expresan preocupación por la administración de aluminio a niños pequeños, ya que supone una dosis mayor por kilogramo de peso y existen indicios de que el aluminio inyectado se acumula en el tejido corporal, según explicó.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) afirma en su sitio web que «las vacunas que contienen adyuvantes de aluminio tienen un perfil de seguridad demostrado durante muchas décadas de uso y solo en raras ocasiones se han asociado con reacciones locales graves».
La agencia ha indicado en otras publicaciones que el aluminio puede representar riesgos para los niños pequeños, entre otras en un documento de 2003 sobre el aluminio en desodorantes, en el que se afirma que «los niños pequeños y los niños con función renal inmadura corren un mayor riesgo como resultado de cualquier exposición al aluminio».
El Dr. Kirk Milhoan señaló que planea crear un nuevo grupo de trabajo para determinar si el aluminio influye en las reacciones adversas que se observan en los niños
La Dra. Tracy Hoeg, directora interina del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA, informó al ACIP de que los niños en Estados Unidos están expuestos a 5.9 miligramos de aluminio procedente de las vacunas al cumplir los dos años y a 8 miligramos antes de convertirse en adultos. Esta cantidad supera los 1.4 miligramos a esa edad y los 2.9 miligramos acumulados a lo largo de la infancia en los niños daneses.
«Debemos admitir que quizás desconozcamos cuáles podrían ser los efectos secundarios de hacer esto, especialmente si se administra todo de una vez», afirmó Hoeg.
Hasta el momento, no se han tomado medidas concretas sobre el aluminio. El Dr. Kirk Milhoan, nuevo presidente del ACIP, reiteró que su intención es poner en marcha un grupo de trabajo para determinar si el aluminio está relacionado con las reacciones adversas observadas en los niños.
«Existen hipótesis sólidas sobre el impacto del aluminio en el sistema inmunitario: puede llegar al cerebro y, en teoría, provocar efectos adversos en el neurodesarrollo o trastornos psiquiátricos», declaró el Dr. Joseph Hibbeln, otro miembro del ACIP, durante la reunión. Hibbeln cuestionó la disponibilidad actual de datos en humanos y señaló que podrían ser necesarios ensayos clínicos aleatorizados y controlados que comparen vacunas con y sin adyuvante.
«El Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) está revisando de forma independiente toda la evidencia científica disponible sobre adyuvantes y otros componentes de las vacunas para garantizar los máximos estándares de seguridad», declaró a The Epoch Times un portavoz del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), organismo matriz de los CDC y la FDA. «El HHS sigue centrado en la revisión científica rigurosa, la transparencia y la garantía de la seguridad y la eficacia continuas del suministro de vacunas en EE. UU.».

Estándares actuales
Los reguladores no evalúan ni autorizan el aluminio ni otros adyuvantes de forma aislada, sino como parte de las vacunas que aprueban o rechazan.
La mayoría de las vacunas aprobadas que contienen aluminio incluyen entre 0,2 y 0,8 miligramos. Según las normas federales, cada dosis no puede superar los 0,85 miligramos, u 850 microgramos.
Funcionarios de la FDA afirmaron en un artículo de 2002 que el límite se estableció principalmente a partir de datos de tres ensayos clínicos que compararon formulaciones con y sin adyuvante de aluminio.
«Aunque solo existen unos pocos ensayos clínicos en los que se ha probado un lote determinado de vacuna, con y sin adyuvante, en poblaciones comparables, los adyuvantes de aluminio se han utilizado en vacunas durante muchas décadas y se ha demostrado su seguridad», afirmaron los funcionarios. Añadieron que se han descrito efectos secundarios, como inflamación de la piel. También señalaron que sería poco práctico producir lotes separados con y sin aluminio y que eliminar este componente podría perjudicar la mejora de la respuesta inmunitaria.
Guillemette Crépeaux, de la Universidad Paris-Est Créteil, y otros investigadores, señalaron en un estudio publicado en agosto que el límite «parece estar justificado por precedentes históricos y no por una investigación científica rigurosa que corresponda a los calendarios de vacunación actuales», en parte porque los responsables no basaron el umbral en ninguna prueba de toxicidad o seguridad.
«Incluso si lo hubieran hecho, los estudios que encontramos, que datan de 1947 y 1952, describen preparaciones de vacunas que utilizan una sal de aluminio que ya no se utiliza», declaró por correo electrónico Crépeaux, doctor en neurotoxicología, a The Epoch Times. «Nunca se ha investigado la seguridad de la exposición actual de la población estadounidense, y especialmente de los niños más pequeños».
El HHS se negó a confirmar si está reevaluando o si reevaluará los límites de aluminio.
«En general, la FDA no comenta estudios concretos, sino que los evalúa como parte del conjunto de pruebas científicas disponibles para ampliar nuestra comprensión sobre un tema en particular y ayudar en nuestra misión de proteger la salud pública», dijo un portavoz del HHS a The Epoch Times por correo electrónico.

Robert Mitkus y otros investigadores de la FDA afirmaron en un artículo independiente publicado en 2011 que el aluminio que recibe un bebé cuando sus padres siguen el calendario de vacunación es significativamente inferior a los niveles mínimos de riesgo de aluminio establecidos por la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades del HHS.
«Concluimos que las exposiciones episódicas a vacunas que contienen adyuvante de aluminio siguen presentando un riesgo extremadamente bajo para los bebés y que los beneficios de usar vacunas con adyuvante de aluminio superan cualquier preocupación teórica», declararon en aquel momento Mitkus, doctor en toxicología, y sus coautores.
La organización Physicians for Informed Consent señaló que un nuevo análisis de los cálculos utilizados en el artículo detectó un error matemático. Según la entidad, una vez corregido, el límite de seguridad de aluminio fijado por la agencia queda muy próximo a los niveles de exposición que las vacunas producen en los niños. Un correo electrónico enviado a Mitkus para recabar comentarios fue devuelto como no entregado.
«Sería sumamente útil que el ACIP realizara una revisión independiente o un nuevo análisis del emblemático artículo Mitkus de la FDA (2011), ya que parece contener un error matemático que ha dado a la FDA y a otras instituciones una falsa sensación de seguridad acerca de los adyuvantes de aluminio en las vacunas», declaró por correo electrónico la Dra. Shira Miller, presidenta de la organización, a The Epoch Times. «Mientras tanto, las vacunas que contienen aluminio para bebés y niños menores de dos años podrían pasar a ser objeto de un proceso de toma de decisiones compartido, basándose en las advertencias previas de la FDA sobre los riesgos de toxicidad por aluminio en bebés y niños».
Exmiembro del ACIP afirma que el aluminio es seguro
La Dra. Yvonne Maldonado, uno de los miembros del ACIP destituidos por Kennedy, y otros investigadores, señalaron en una revisión publicada el 3 de diciembre que los estudios muestran que los adyuvantes de aluminio son bien tolerados por casi todos los vacunados; que el aluminio se absorbe lentamente, se distribuye de forma gradual y se elimina con eficacia por los riñones, y que no existe relación entre las vacunas con adyuvantes y problemas como las alergias.
«Nuestra revisión exhaustiva de la evidencia científica no encontró una relación creíble entre las vacunas con adyuvantes de aluminio y el autismo, la enfermedad de Alzheimer, las alergias o las enfermedades autoinmunes», declaró Maldonado a The Epoch Times por correo electrónico. «Estudios a gran escala, incluidos análisis recientes de más de 1,2 millones de niños, demuestran sistemáticamente su seguridad».

El secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr. (centro), responde preguntas en la Casa Blanca el 22 de septiembre de 2025. Kennedy ha criticado recientemente los adyuvantes de aluminio, al afirmar que causan inflamación y podrían contribuir a las alergias. Andrew Harnik/Getty ImagesMaldonado, profesora de pediatría en la Universidad de Stanford, sostuvo, además, que la seguridad de los adyuvantes de aluminio no es una incógnita, por lo que no se requieren nuevos estudios.
«Retener deliberadamente las vacunas a los niños para volver a investigar cuestiones de seguridad ya resueltas sería poco ético y los expondría a un riesgo innecesario de enfermedades graves y prevenibles, como la neumonía neumocócica, el tétanos y la difteria», declaró. «La ciencia avanza mediante el seguimiento, la mejora de los métodos y la formulación de nuevas preguntas, no mediante la repetición incesante de cuestiones que ya han recibido respuestas reiteradas».
Cuando Maldonado era miembro del ACIP en 2024, votó a favor de recomendar a los CDC dosis adicionales de vacunas contra la COVID-19, incluida la de Pfizer. Recibió dinero de Pfizer en 2024 y anteriormente percibió pagos de Merck. Estas empresas fabrican vacunas que contienen aluminio.
El Dr. Cody Meissner, miembro del ACIP, afirmó durante la reciente reunión que los ensayos clínicos «obviamente han demostrado que no existe ninguna asociación entre las vacunas y el desarrollo del autismo». Añadió que ni el ACIP ni los CDC deberían dedicar más tiempo al tema.
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «CDC Advisers Turn Focus to Aluminum in Vaccines».
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