El Partido Comunista Chino (PCCh) amenaza la democracia canadiense al influir en políticos, líderes empresariales y personas influyentes de la comunidad y al reprimir a quienes se manifiestan contra China, según un exdirector nacional del programa sobre los bienes procedentes del delito de la Real Policía Montada de Canadá (RCMP, por sus siglas en inglés).
«El gobierno de la República Popular China (RPC), el Partido Comunista Chino (PCCh), es el mayor grupo de crimen organizado transnacional jamás visto en el mundo, sin excepción», declaró Garry Clement, exinvestigador de la RCMP y director de lucha contra el blanqueo de capitales, en un foro celebrado el 6 de diciembre en el Ayuntamiento de Toronto. Clement estuvo acompañado por un panel de expertos que analizó la interferencia extranjera y la represión transnacional en Canadá por parte del PCCh.

Clement explicó a la audiencia que el PCCh controla y orienta a las comunidades de la diáspora, los grupos culturales y las cámaras empresariales en el extranjero, al tiempo que vigila, reprime e intimida a los disidentes que se manifiestan contra China. Esto ocurre en Canadá «a diario», señaló.
El Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh trabaja para moldear las narrativas en la sociedad canadiense y en las comunidades chinas en el extranjero mediante la cooptación de élites, líderes empresariales, personas influyentes de la comunidad, escuelas de idiomas y medios de comunicación, añadió.
Seguridad Pública de Canadá indica en una nota publicada en su sitio web que el Frente Unido es la principal herramienta de interferencia extranjera del PCCh. La Fundación Jamestown, un centro de estudios con sede en Washington, añade que esta organización participa en actividades de influencia política, infiltración y espionaje en el extranjero para el PCCh.
En lo que respecta a influir en los políticos y la élite de Canadá, Clement señaló que el hecho de que varios dirigentes canadienses de alto rango hayan trabajado, al final de sus carreras, en el Consejo Empresarial Canadá-China —que, según él, está involucrado en la represión de disidentes chinos en el país— indica un proceso de cooptación de las élites.
Clement también afirmó que existen grupos criminales chinos que operan en Canadá, implicados en el tráfico de fentanilo y el blanqueo de capitales. Estos grupos actúan en paralelo con el Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCCh para influir en la diáspora y captar élites, señaló.
El PCCh también repercute en la sociedad canadiense a través de su papel en las «guerras del fentanilo contra Norteamérica», afirmó Clement, quien subrayó que el PCCh podría detener el flujo de precursores de fentanilo a Canadá «si realmente quisiera».
«En mi opinión, al permitir la entrada de precursores, están creando una guerra disruptiva, tal como ocurrió durante las Guerras del Opio», declaró Clement. «Ese es el precio que estamos pagando».
Seguridad Pública de Canadá señala que las sustancias químicas utilizadas para fabricar opioides como el fentanilo proceden principalmente de China y sus alrededores.
«Guerra sin combate»

Baxendale, director ejecutivo del Fondo para la Democracia de China y de Optimum Publishing International, también intervino en el foro y calificó la influencia de China en Canadá como una «guerra sin combate».
Según explicó, el PCCh está involucrado en diversas operaciones de Estado en Canadá, entre ellas guerra híbrida, ciberespionaje, tráfico ilícito, delincuencia organizada y represión transnacional.
Añadió que el PCCh libra una guerra informativa y mediática en Canadá al reinterpretar la historia, controlar las narrativas sobre China y manipular la opinión pública, incluso mediante la publicidad.
«Estos mensajes ayudan a controlar, dirigir y fijar un conjunto de valores a los que aspiramos», declaró Baxendale, y añadió que se trata de tácticas que el PCCh utiliza para «frenar las perspectivas negativas» que dejan al descubierto sus operaciones. «Todo esto manipula la psique, la mente», concluyó.
China también participa en una guerra financiera en Canadá, atacando la economía mediante «trampas de deuda» y utilizando aranceles como herramienta de coerción económica, afirmó Baxendale. Añadió que China ejerce una importante influencia en los principales puertos canadienses para facilitar prácticas comerciales ilícitas.
La influencia del PCCh en Canadá afecta a la vida cotidiana de los canadienses, desde las universidades y el mercado inmobiliario hasta las redes sociales, las cadenas de suministro y las elecciones locales, señaló Baxendale.
Represión transnacional

Las agencias de inteligencia canadienses han identificado al PCCh como «el más sofisticado, clandestino y persistente entre todos los actores estatales», dijo Maria Cheung, profesora emérita de la Universidad de Manitoba, quien también intervino en el foro.
La preocupación por la injerencia extranjera y la represión transnacional por parte del régimen chino se ha intensificado en Ottawa en los últimos años, con una investigación pública iniciada en 2023 para analizar a fondo este fenómeno. El informe final de la Comisión de Interferencia Extranjera, publicado en enero, afirma que China es la principal responsable de la injerencia extranjera contra las instituciones democráticas de Canadá.
Cheung afirmó que el PCCh utiliza una combinación de guerra de opinión pública, guerra legal y guerra psicológica para silenciar a los disidentes y controlar las narrativas más allá de sus fronteras de una manera muy sofisticada y clandestina, configurando así el panorama de seguridad mundial.
También señaló que el PCCh aplica la represión transnacional contra grupos como Shen Yun Performing Arts, una compañía de danza y música clásica china con sede en Nueva York que busca revivir el legado precomunista de China y exponer las continuas violaciones de derechos humanos en el país.
La guerra de opinión pública se basa en el uso de los medios tradicionales y de las redes sociales para moldear las percepciones y controlar las narrativas; en el contexto de la represión transnacional, implica explotar «los sesgos cognitivos en Occidente para amplificar el contenido divisivo y desacreditar a los grupos objetivo», dijo Cheung.
La guerra legal consiste en generar presión financiera y dañar la reputación simplemente formulando acusaciones, sin necesidad de ganar los casos legales, señaló Cheung. Mientras tanto, añadió, el PCCh también utiliza a los medios occidentales como arma mediante la desinformación para «desmoralizar, sembrar el miedo, erosionar la confianza y perturbar la toma de decisiones».
Cheung afirmó que las tácticas de China buscan «socavar la soberanía democrática, el Estado de derecho y las libertades civiles, valores que defendemos» en Canadá.

David Matas, abogado internacional de derechos humanos que también participó en el foro, explicó al público que, en el ejercicio de su profesión, se ha encontrado con diversas situaciones de represión transnacional.
Mencionó un caso en Canadá en el que una practicante de Falun Gong fue expulsada de una Asociación de Personas Mayores Chinas de Ottawa debido a su fe. Después de que el Tribunal de Derechos Humanos de Ontario ordenara a la asociación que la invitara a regresar, esta se disolvió en lugar de acatar la orden, afirmó Matas.
También recordó un caso de 2004 en el que miembros del Consulado chino en Calgary distribuían literatura de odio contra Falun Gong durante una conferencia en la Universidad de Alberta. Añadió que la policía recomendó procesar a los funcionarios consulares por promoción deliberada del odio, un delito tipificado en el Código Penal, pero el fiscal general no otorgó el consentimiento necesario y el tribunal no revocó su decisión.
Asimismo, señaló que ha sido testigo de la represión ejercida por Pekín contra medios de comunicación extranjeros, incluido el bloqueo por parte de ciertos medios estadounidenses de cualquier información sobre la sustracción forzada de órganos en China que afecta a practicantes de Falun Gong, uigures, tibetanos y cristianos.
Matas indicó que él mismo ha experimentado la represión transnacional de Pekín cuando ha visitado otros países, como Australia e Israel, donde se cancelaron actos en los que estaba previsto que hablara sobre China.
«Esto no es un intento de controlar a la población china; es un intento de controlar el discurso sobre China, sin importar quién lo exprese», subrayó Matas.
Qué pueden hacer los canadienses
Matas afirmó que cada canadiense puede hacer algo frente a la interferencia china y la represión transnacional en Canadá, empezando por informar a las personas de sus comunidades sobre el problema. Señaló que es importante que quienes viven fuera de China actúen, por ejemplo educando a otros y creando conciencia sobre el tema, «porque la gente en China no puede hacerlo».
Cheung expresó su preocupación por la «normalización» del PCCh a través de sus tácticas en Canadá y sostuvo que los canadienses deben implicarse en la resistencia alzando la voz, formando alianzas, informando a sus parlamentarios sobre el problema y firmando peticiones «para que los políticos puedan actuar conforme a su conciencia y proteger a nuestra sociedad».
Clement señaló que los canadienses deben tomar la iniciativa e impulsar cambios legislativos, y advirtió de que existen lagunas en la legislación y en la aplicación de la ley en Canadá que deben corregirse para afrontar el problema con eficacia. Añadió que la sociedad canadiense necesita mejorar su alfabetización digital, proteger a las comunidades de la diáspora frente a la coerción y respaldar procesos democráticos transparentes y seguros.
Para quienes hayan sufrido represión transnacional o conozcan a alguien que la haya sufrido, Cheung indicó que estos incidentes pueden denunciarse en línea a la Real Policía Montada de Canadá (RCMP). Clement añadió que, según su experiencia en la aplicación de la ley, es fundamental documentarlo todo para contar con pruebas a la hora de perseguir penalmente la represión transnacional.
Matas señaló que quienes participan en la represión transnacional pueden ser procesados en Canadá, ya que se trata de acoso e intimidación. Si no son ciudadanos canadienses, pueden ser deportados y se les puede prohibir la entrada al país, añadió.
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «CCP the ‘Biggest Transnational Organized Crime Group Ever Seen in the World’: Former RCMP Directors».
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