El profesor Furfari alerta: sin nucleares ni térmicas, España se quedará fuera de la revolución de la IA

En una entrevista concedida a la Asociación de Realistas Climáticos, el exalto funcionario europeo explica por qué la intermitencia de solar y eólica es incompatible con los centros de datos de IA

Por Miguel Díaz
17 de diciembre de 2025 08:34 Actualizado: 17 de diciembre de 2025 08:34

«Si renunciamos a las centrales térmicas y nucleares, renunciamos también a participar de la gran revolución de la inteligencia artificial». Así se titula el último comunicado de la Asociación de Realistas Climáticos (ARC) que se basa en la advertencia directa que ha lanzado el profesor Samuel Furfari a la sociedad española.

Furfari, profesor de Geopolítica Energética en la Universidad Libre de Bruselas y autor de 18 libros sobre energía, participó el 8 de diciembre en la conferencia «Más allá del consenso climático» organizada por la Academia Nacional de Ciencias de Hungría en Budapest.

Allí, junto al Dr. Javier Vinós, presidente de la ARC, el experto fue entrevistado por la asociación sobre la situación de España, enfatizando en las implicaciones energéticas de la IA.

«Con una rapidez extraordinaria, la inteligencia artificial (IA) ya ha cambiado nuestra forma de trabajar, de pensar y de informarnos. Y esto es solo el principio. Pero la IA consume mucha electricidad», explica Furfari, quien cuenta con una trayectoria de 36 años como alto funcionario en la Dirección General de Energía de la Comisión Europea.

El experto explica que los servidores de los centros de datos generan un calor intenso y requieren un suministro continuo con una disponibilidad del 99,99 % las 24 horas del día.

«Un corte de electricidad es impensable», afirma, recordando el apagón del 28 de abril en la Península Ibérica como ejemplo de lo que sería inaceptable en el ecosistema de la IA.

«Sufrir un apagón mientras se carga un coche eléctrico no es nada dramático: se espera a que se restablezca el suministro eléctrico. Sin embargo, un corte que afecte a una red informática, y más aún a las aplicaciones de IA, tiene consecuencias importantes», advierte.


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Por ello, los actores del sector digital priorizan soluciones estables, dispuestos a pagar primas por fiabilidad.

«Lógicamente, descartan la energía solar y eólica para el suministro básico y se decantan por la nuclear. La industria de la IA necesita enormes volúmenes de electricidad de forma continua: las fuentes intermitentes no satisfacen este requisito», sostiene.

El problema radica, en efecto, en la intermitencia inherente: «No hay sol las 24 horas del día ni viento continuo».

Furfari cita que en la UE, el factor de carga medio de la energía eólica ronda el 25 %, mientras que el de la solar es del 12 %: «Esto significa que, la mayor parte del tiempo, estas instalaciones no producen electricidad. No se puede construir una economía sobre bases tan inestables».

«Aunque, puntualmente, el kWh producido pueda ser barato, el impacto en el sistema eléctrico encarece la factura de los consumidores», explica.


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Frente a esto, los gigantes tecnológicos optan por fuentes controlables. Microsoft firmó un contrato de veinte años con Constellation Energy para reactivar la central nuclear de Three Mile Island, cerrada en 2019, asegurando suministro constante.

De igual modo, Amazon invirtió en X-energy para desarrollar reactores modulares pequeños (SMR), compactos y eficientes, que suministrarán energía continua a sus centros de datos.

«Se trata de una estrategia beneficiosa para todas las partes: las plataformas de IA, los productores de electricidad y los fabricantes de SMR», declara el profesor.

Si bien Furfari ve en la IA un estímulo clave para revitalizar la energía nuclear, afirma que en lo inmediato se debe recurrir a la producción de energía tradicional.

«No podemos esperar a las largas fases de desarrollo, construcción y puesta a punto de la energía nuclear. A corto plazo, la solución es, por tanto, la producción térmica: gas natural o carbón», asegura.

«Es la única forma de abastecer sin demora las cargas críticas, a la espera del despliegue masivo de nuevas capacidades nucleares», añade.

Esta realidad implica que el consumo mundial de energías fósiles seguirá en aumento, acentuado por la demanda de la IA.

«Sí, seguirán creciendo», responde Furfari sobre las emisiones de CO₂, que ya han aumentado alrededor de un 65 % desde las primeras promesas de reducción.


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El profesor aclara que el realismo energético no es una postura ideológica.

«El realismo energético no es una elección ideológica, es la condición necesaria para garantizar la continuidad de los servicios digitales de los que ahora dependen toda nuestra economía y nuestra vida cotidiana: ¡la energía es vida!», concluye.

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