Una reciente campaña de la Asociación de Familias Numerosas de Madrid (AFNM) ha puesto en relieve el valor crucial de la familia tradicional —y numerosa— no solo como solución a la crisis del sistema previsional, sino como brújula moral en tiempos de desconcierto.
Con el lema «¿Te parece divertido ir de flor en flor?», la AFNM lanzó esta semana una campaña gráfica en el Metro de Madrid. En uno de los carteles puede leerse: «Ahora todo son risas, pero en unos años comerás tú solo el día de Navidad». El mensaje apunta a visibilizar las consecuencias afectivas y sociales de un estilo de vida individualista, sin compromisos duraderos.

Ha sido tal el éxito de la campaña que el video de la misma, que ha subido la AFNM a YouTube, ya cuenta con más de 400 000 reproducciones.
La campaña ha sido criticada desde sectores progresistas. La diputada socialista Lorena Morales escribió en X: «¿Por tener varias parejas te vas a quedar solo/a…? ¿Este es el mensaje para la juventud? De vergüenza».
Sin embargo, desde AFNM defendieron el mensaje ya que actualmente, según ha explicado su presidente, María Menéndez, «no solo hay falta de compromiso entre las familias ya formadas que se van separando, formándose nuevas formas de convivencia llamadas ahora «familias ensambladas» y que consiguen crear la figura del padre o madre solo y desvinculado de sus hijos. Tampoco hay compromiso entre los jóvenes que ya no buscan encontrar una persona con quien compartir su vida hasta el final, hasta que la muerte les separe».
«Ser fiel y comprometido son valores en desuso y nosotros queremos provocar con estas campañas para poner en valor lo que está descartado o cancelado en la sociedad actual», agrega Menéndez.
«Esta campaña destaca la importancia de la familia natural y de la procreación como elemento fundamental para crear lazos humanos afectivos basados en amor incondicional», opina al respecto Miguel Tomás, director de campañas de Hazte Oír, organización que ha promovido diversas iniciativas públicas en defensa del modelo familiar tradicional.
En diálogo con The Epoch Times, Tomás añade: «Esta campaña de la AFNM ha movido conciencias y seguro que ayuda a que muchos se replanteen su estilo y proyecto de vida. A algunos no les ha gustado el espejo, pero la realidad es que el libertinaje sí tiene consecuencias».
La demografía como amenaza silenciosa

La crisis de la familia natural ha provocado, entre otras graves consecuencias, que España esté atravesando un invierno demográfico que condiciona estructuralmente cualquier intento de reforma del sistema de pensiones.
Las cifras hablan por sí solas: se estima que en 2050, el 30 % de la población tendrá más de 65 años —hoy ese porcentaje es del 20%—. En 2023, había 2,2 trabajadores por cada pensionista; en 2040, se prevé que la ratio caiga a 1,5. El modelo de reparto solo se sostiene con una base sólida de cotizantes. Según la OCDE, la proporción mínima necesaria para evitar déficit estructural es de 2,5 trabajadores por jubilado.
A fines de 2023, el Fondo de Reserva de las Pensiones apenas representó el 0,4 % del PIB, dejando a España en el último lugar de la «hucha de pensiones» entre las economías avanzadas que integran la OCDE.
En ese marco, la Unión Europea ha advertido que entre 2044 y 2066 España podría destinar hasta el 41 % de su PIB a gasto previsional si no revierte su pirámide demográfica.
A esta presión se suma la caída de la natalidad. En 2023 se registraron menos de 330 000 nacimientos, el mínimo histórico desde que existen registros. La tasa de fecundidad ronda el 1,2 hijo por mujer. El reemplazo generacional exige un mínimo de 2,1.
Otra variable silenciada en el debate demográfico es el aborto. Desde su legalización en 1985, se han practicado más de 2,7 millones abortos. Cada una de ellos representa un cotizante menos para el futuro. En perspectiva estructural, la suma de no nacimientos —por infertilidad, por decisión o por aborto— representa una erosión silenciosa del modelo previsional.
Cuando tener muchos hijos era signo de esperanza
El contraste con la generación del «baby boom» es elocuente. Entre 1946 y 1964, España vivió un repunte demográfico fruto del optimismo de posguerra, el desarrollo económico incipiente y una fuerte valorización cultural de la familia. En 1965, la tasa de fecundidad superaba los 2,8 hijos por mujer —más del doble que la actual—. Formar una familia numerosa era signo de progreso, responsabilidad y estabilidad.
«La familia natural, formada por los dos progenitores, hombre y mujer, y sus descendientes, constituye el núcleo y la base de una sociedad fuerte», señala Miguel Tomás.
Hoy, aquellas generaciones comienzan a jubilarse, ejerciendo una presión crítica sobre el sistema. Pero más allá del impacto económico, el modelo cultural que promovió la natalidad se ha desvanecido. La baja fecundidad está asociada a la precariedad laboral, el retraso en la maternidad y paternidad, la falta de políticas activas de conciliación, el coste de la vivienda y una cultura que ha desvinculado la estabilidad afectiva del compromiso familiar.
Un modelo en retroceso: la familia numerosa
Según datos del INE, en 2023 había unas 777 000 familias numerosas registradas en España, una cifra que representa menos del 4 % de los hogares. En 1980, más del 20 % de las familias tenían tres o más hijos. El descenso es notorio y continuo. Las razones no son solo económicas, sino también culturales.
Para María Calvo Charro, jurista, profesora universitaria y autora del libro Padre y madre en la sociedad woke, la raíz del problema se remonta a la revolución cultural de 1968 que dio lugar a una desvalorización del matrimonio y de la maternidad.
«Nos han hecho creer que la mujer es libre en la medida en que rompe los vínculos, que el vínculo matrimonial esclaviza y que los hijos son una tiranía», afirma en una entrevista con Epoch Times España. El resultado, advierte, es «una mujer desvinculada, sola, y España es hoy el país con mayor consumo de ansiolíticos entre mujeres del mundo».
Revalorizar el matrimonio

Para María Calvo, el primer paso para restaurar el prestigio de la familia pasa por revalorizar el matrimonio: «Una familia no es tal si no hay un matrimonio formado por hombre y mujer… El motivo es muy sencillo, porque igual que para traer vida biológica hace falta un hombre y una mujer, esa es la realidad, para la continuidad en plenitud de la personalidad de los niños hace falta un hombre y una mujer también».
«Todo hijo, toda hija necesita el estilo femenino maternal y el estilo masculino paternal. Necesita el matrimonio prioritariamente», afirma.
La autora considera que las actuales políticas han contribuido a eliminar la figura paterna. «En la ley de permiso de paternidad en España, la palabra «padre» la han eliminado y ha sido reemplazada por «progenitor distinto de la madre biológica». Es un insulto, es eliminar un elemento esencial».
Calvo también advierte que «una sociedad sin madres es disfuncional, pero una sociedad sin padres es una sociedad sin ley».
La urgencia de una política de natalidad ambiciosa
Desde Hazte Oír, Miguel Tomás sostiene que «durante lustros el Estado ha centrado esfuerzos en la destrucción de la familia tradicional». Y plantea propuestas concretas: «Dedicar a las mujeres embarazadas la ayuda que hoy se destina a las llamadas de «planificación de familiar» —que en realidad son para promocionar el aborto— eliminar impuestos a los padres con tres o más hijos, y reducir la carga fiscal a trabajadores en edad reproductiva para fomentar la creación o ampliación de familias».
El ejemplo de Hungría demuestra que, a través de políticas públicas concretas, revertir la caída demográfica no es imposible. Allí el gobierno ha adoptado políticas familiares ambiciosas (subsidios directos, guarderías gratuitas, exención impositiva vitalicia para madres con cuatro o más hijos). El resultado es que la tasa de fecundidad pasó de 1,23 en 2011 a 1,59 en 2020, según Eurostat.
La Comunidad de Madrid ha implementado algunas medidas modestas en este sentido en los últimos años: por ejemplo, se destinan 500 € en los primeros 29 meses de vida del bebé, además de un ayuda única de 1800 € por hijo.
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La urgencia de un giro cultural
«La situación actual de la familia viene de la desestructuración de la mujer y del engaño al que nos han sometido —porque nos han engañado—: nos han hecho creer que la mujer es libre en la medida en que rompe los vínculos, es decir, que el vínculo matrimonial te subyuga, te esclaviza, te oprime y que el vínculo con los hijos es una tiranía», sostiene María Calvo. Frente a esto, afirma: «La familia es el lugar donde más nos queremos cuando menos lo merecemos, porque es cuando más lo necesitamos… Es el único lugar donde nos aman tal como somos».
Y concluye con una imagen que resume su propuesta: «La felicidad de los hijos se gesta en el lecho conyugal —simbólicamente hablando—. Cuando, a pesar de todos sus conflictos y crisis, ven a sus padres felices, ellos están felices. Porque son las columnas que sostienen su mundo».
La campaña de la Asociación de Familias Numerosas de Madrid propone, en ese sentido, una pregunta incómoda, pero necesaria. A veces basta con mirar una mesa vacía en Nochebuena para entender lo que está en juego. La familia, lejos de ser un anacronismo, podría ser —una vez más— el comienzo de la solución.
(*) Link a la licencia de la imagen de portada
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