El periodista de investigación Andy Ngo huyó de un grupo de manifestantes violentos de Antifa en Portland (Oregón) en mayo de 2021, según relató a Jan Jekielek en un episodio de American Thought Leaders (EpochTV) que se emitirá el dieciséis de octubre a las nueve p. m. (EDT).
Ngo afirmó que temió por su vida y que gritó pidiendo ayuda mientras corría, con el corazón desbocado.
«No sabía que podía correr tan rápido», dijo. «Corría por el centro gritando y pidiendo ayuda, y nadie me ayudaba».
Ngo, que ahora tiene 39 años, recordó la desgarradora experiencia vivida un viernes por la noche, varios años atrás.
«Corrí entre los coches por la calzada, con el semáforo en rojo, golpeando los cristales de los vehículos y pidiendo ayuda, y cuando el semáforo se puso en verde, se fueron», añadió Ngo.
Momentos después, la turba lo alcanzó: lo golpearon y lo estrangularon hasta que se le rompieron vasos sanguíneos en los ojos y se le produjo una hemorragia cerebral.
«Esa fue mi única experiencia cercana a la muerte», afirmó Ngo. «Solo pensaba en mi familia y en mis seres queridos».
Este fue el segundo ataque que sufrió en Portland; el primero ocurrió en 2019, mientras cubría disturbios.
No se practicaron arrestos tras ninguna de las dos agresiones.
Temiendo por su vida, Ngo se trasladó al Reino Unido, pero su investigación —de nueve años— sobre Antifa continúa.
Antifa es descrito como un grupo extremista de extrema izquierda que, según sus críticos, se originó en la Unión Soviética y actuó como brazo violento del Partido Comunista Alemán para atacar a rivales políticos.
El grupo es conocido por el uso de violencia política contra sus oponentes, a quienes tilda habitualmente de «fascistas».
El presidente Donald Trump designó al grupo como «organización terrorista doméstica» mediante una orden ejecutiva firmada el 22 de septiembre.

«Antifa es una entidad militarista y anarquista que exige explícitamente el derrocamiento del Gobierno de los Estados Unidos, así como la abolición de las autoridades policiales y de nuestro sistema legal», se lee en la orden. «Utiliza medios ilegales para organizar y ejecutar una campaña de violencia y terrorismo a nivel nacional para lograr estos objetivos».
Trump firmó otra orden el 25 de septiembre, tras un tiroteo en una instalación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en Alvarado (Texas). En ella instruyó a las agencias federales a combatir el terrorismo doméstico y la violencia política.
Según el texto, activistas violentos de izquierda han causado numerosas muertes, lesiones y más de 2000 millones de dólares (1700 millones de euros) en daños materiales.
En múltiples ocasiones, en el norte de California y en Portland (Oregón), durante los últimos cinco años, manifestantes de Antifa —vestidos de negro y con el rostro cubierto— han acosado a reporteros, fotógrafos y cámaras de The Epoch Times y de su medio hermano, NTD.
En busca de soluciones
Trump organizó una mesa redonda en la Casa Blanca el 8 de octubre —con la participación de Ngo— para debatir cómo desmantelar Antifa.
Según el presidente, frenar el flujo de recursos al grupo es prioritario, y ya se han abierto investigaciones para seguir el rastro del dinero.
Los mecanismos de financiación son complejos, según Ngo, ya que Antifa se beneficia de subvenciones, la colaboración con algunas organizaciones no gubernamentales y financiación colectiva.
Entre las propuestas del panel para desmantelar las actividades del grupo figuró imputar, cuando proceda, a los sospechosos por delitos federales, a fin de reducir la carga de las fuerzas del orden estatales y locales.
Ngo añadió que recurrir a cargos de crimen organizado y conspiración —con penas más severas que ciertos delitos graves y menores— también podría desincentivar la violencia de las turbas.

Ngo destacó un caso en San Diego: 11 sospechosos fueron condenados por conspiración criminal por su participación en un disturbio antifascista en Pacific Beach en 2021. Lo señaló como posible modelo para futuros procesos e instó al Gobierno federal a aplicar estrategias similares.
En ese expediente, los investigadores documentaron el uso de mensajes cifrados y alias para ocultar identidades.
Sistemas oscuros
El grupo opera de forma flexible, sin jerarquía ni estructura oficial, lo que dificulta la labor policial.
«Va a ser muy, muy difícil», declaró Ngo.
Los niveles aparentemente altos de coordinación responderían a redes amplias y poco formalizadas, según explicó.
«Parece como si no hubiera organización, pero si la hay», afirmó Ngo, al enfatizar la coordinación que ha visto a lo largo de los años, cuando activistas vestidos de forma idéntica aparecían en bloque, causaban estragos y ser dispersaban al unísono.
Durante una ola de protestas, miles de estos activistas se reunieron todas las noches con una fila de madres delante para dar la impresión de que las protestas eran completamente pacíficas, según Ngo.
Ngo afirmó que, en la retaguardia, extremistas radicales apuntaron con láseres a los ojos de policías y contramanifestantes, agredieron a personas y destruyeron propiedades.
Según Ngo, resultó especialmente preocupante que, en los días posteriores, la cobertura mediática no diera cuenta de la violencia ni al comportamiento destructivo de los extremistas.
Ngo dijo que la discrepancia entre lo ocurrido sobre el terreno y su representación mediática facilitó que Antifa difundiera su mensaje entre el público.

Redes sociales, memes, grafitis y arte callejero son métodos habituales para difundir propaganda y generar apoyo.
Ngo sostiene que no hay una jerarquía rígida, sino una polinización cruzada de ideas que impulsa las agendas de la izquierda militante violenta y busca construir una coalición.
«Se instruye a miembros y simpatizantes para la destrucción de pruebas y se llega a incentivar que asuman detenciones, que en ocasiones se traducen en indemnizaciones cuantiosas».
«Si vives en una jurisdicción liberal, es probable que tu ciudad haya pagado sumas muy elevadas a alborotadores detenidos en 2020 y también con anterioridad, aunque el repunte se produjo a partir de ese año», dijo Ngo.
El Fondo Internacional de Defensa Antifascista declaró haber pagado más de 250 000 dólares (215 000 euros) en asistencia legal y de otro tipo a más de «800 antifascistas» en 26 países, incluido Estados Unidos.
Ngo afirmó que el país atraviesa graves tensiones civiles y puso como ejemplo la defensa pública de alborotadores de Antifa y los comentarios despectivos vertidos tras el asesinato de la figura pública conservadora Charlie Kirk.
«Me pareció un indicio de que en la sociedad estadounidense estaba ocurriendo algo realmente grave y de que estos actos de violencia no eran episodios aislados», afirmó Ngo.
«La gente mostraba solidaridad con esos violentos alborotadores que golpeaban, atacaban, mutilaban y arruinaban la vida de sus conciudadanos por el simple hecho de tener opiniones políticas distintas. Me resultó profundamente inquietante la facilidad con que la izquierda dominante etiquetaba a sus oponentes políticos como fascistas».

Superando desafíos
El periodista, amante de la libertad, explicó que, tras años de amenazas de muerte y agresiones físicas, rechazó el consejo de sus mentores de dejar de centrarse en Antifa.
«Me dedico a esto porque amo a Estados Unidos», expresó Ngo, hijo de padres refugiados que huyeron del comunismo en Vietnam.
«Sentí que tenía la obligación de simplemente salir a grabar los vídeos y dejar que la gente viera lo que estaba sucediendo».
Advirtió sobre la ideología destructiva del grupo, que busca «volverse ingobernable», y señaló los múltiples intentos fallidos del grupo en los últimos cinco años de establecer zonas autónomas en los centros urbanos, incluyendo la famosa «Zona Autónoma del Capitolio» en Seattle en 2020, y sostuvo que esos fracasos evidencian que sus políticas e intenciones están mal planteadas.
«Su objetivo final es destruirlo todo», afirmó Ngo. «Y si la gente quiere ver cómo imaginan su sociedad, miren las zonas autónomas que establecieron».
Agradeció a Trump que priorizara la disolución de Antifa, y lo consideró un giro respecto a la postura de la administración del presidente Joe Biden.
«Hemos visto mucha violencia», manifestó Ngo. «Hemos sido víctimas de violencia y, durante mucho tiempo, cayó en oídos sordos».
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título: «On the Front Line of Exposing Antifa, Andy Ngo Recalls Violent Attacks»
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