Chloe Cole creció siendo una niña considerada «marimacho». Le diagnosticaron trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) a los siete años y a los 17 fue derivada a una prueba de detección de autismo.
Cole comenzó a identificarse como varón durante la adolescencia y buscó cambios físicos acordes con esa identidad.
Los médicos accedieron de inmediato a intervenirla. Le recetaron bloqueadores de la pubertad y testosterona a los 13 años. A los 15, los cirujanos le realizaron una mastectomía doble, según contó a The Epoch Times.
Sin embargo, los médicos no abordaron primero sus problemas neurológicos. El mismo especialista en género que la derivó a una cirugía de mama la remitió posteriormente a una prueba de detección de autismo. Cole se ha descrito como perteneciente al espectro autista, pero afirmó que nunca recibió un diagnóstico formal.
Actualmente, Cole es una destacada activista contraria a las intervenciones médicas en menores con disforia de género que inician una transición.
Comentó que muchas de las personas que conoció personalmente cuando estaba involucrada en la comunidad trans, así como muchas de quienes destransicionan, «se encuentran en algún punto del espectro autista o han sido diagnosticadas con trastornos similares, como el TDAH».
Sus observaciones cuentan con un respaldo científico creciente. Durante al menos una década, los estudios han documentado vínculos entre la identidad transgénero, el autismo y otras afecciones neurológicas. Estas conexiones han atraído recientemente mayor atención pública.
La creciente evidencia de una relación entre el autismo y la identidad transgénero ya está impulsando a algunos países a recomendar pruebas neurológicas antes de cualquier intervención. En Estados Unidos, el modelo de tratamiento permanece inalterado y el enfoque predominante de «afirmación» dificulta la investigación de esa relación.

Autismo y disforia de género
Un informe publicado este mes por el centro de estudios británico Centre for Social Justice mostró que el autismo y el TDAH estaban sobrerrepresentados, es decir, presentaban tasas desproporcionadamente altas entre los jóvenes con disforia de género.
El informe, que cita datos del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido, indicaba que el 32,4 % de las derivaciones por disforia de género tenían un diagnóstico de autismo y el 11,7 % un diagnóstico de TDAH.
Estas cifras eran 16 veces superiores a los promedios de la población nacional para el autismo y más del doble para el TDAH. Los promedios poblacionales de autismo y TDAH en el Reino Unido se estiman en el 2 % y el 5 %, respectivamente.
«Las personas con trastorno del espectro autista tienen una probabilidad mucho mayor de identificarse como transgénero», declaró Joseph Nicolosi Jr., psicólogo clínico colegiado e investigador en California, a The Epoch Times, por correo electrónico.
La lectura de las señales sociales suele resultar difícil para las personas con autismo, de modo que pueden percibir que sus compañeros del mismo sexo se relacionan entre sí con mayor facilidad
Un par de estudios realizados en 2016 y 2019 indican que los niños autistas tienen entre cuatro y siete veces más probabilidades de experimentar disforia de género o variación de género, afirmó. Un estudio de 2019 fue realizado por investigadores de la Universidad de Ciencias de la Salud de los Servicios Uniformados, y otro de 2016 se llevó a cabo en la Universidad de Nueva York.
Nicolosi explicó que existen varias razones para esta conexión, entre ellas el «pensamiento rígido».
Por ejemplo, si un niño con autismo carece de intereses masculinos estereotipados, puede dudar de su condición de niño y asumir que debe ser una niña. Interpretar las señales sociales suele ser difícil para las personas con autismo, por lo que pueden percibir a sus compañeros del mismo sexo como personas que se relacionan mejor que ellos.
«Esto intensifica su sensación de aislamiento respecto a sus compañeros», afirmó Nicolosi.

Cole recordó que, en torno al cuarto curso, empezó a tener dificultades para asumir la maduración de su cuerpo, ya que era más joven que la mayoría de sus compañeros.
«A medida que crecía, cada vez me costaba más identificarme con la feminidad. No sentía que encajara, especialmente con mis compañeras, pero sí con mis compañeros en general», dijo. «Es un sentimiento común entre las personas con TDAH o autismo».
Erin Friday, que cobró notoriedad nacional por lograr que su hija con TDAH dejara de identificarse como varón transgénero, dijo que conoce a muchas personas que están en el espectro autista tras la destransición. Una persona que destransiciona es alguien que previamente ha tomado medidas para transicionar al género opuesto.
Sin embargo, la mayor parte de la comunidad médica no reconoce la identidad transgénero como un mecanismo de afrontamiento desadaptativo, declaró a The Epoch Times.
Estos profesionales ven el autismo y la identidad transgénero como complementarios y naturales, en lugar de buscar la causalidad, señaló.
«Esta es la intersección del autismo y la identidad transgénero: como los guisantes y las zanahorias, van de la mano», dijo Friday. «Ni siquiera están considerando… ¿cuál es la causalidad?»
Observó que algunos hospitales que ofrecen atención pediátrica transgénero han integrado servicios para el autismo y la disforia de género.
«Es un proceso continuo», dijo. «Así que genera un flujo infinito de pacientes».
Un informe reciente señalaba que el autismo y el TDAH estaban «sobrerrepresentados», es decir, presentaban tasas desproporcionadamente altas entre los jóvenes con disforia de género
El Hospital Nacional Infantil de Washington cuenta con un Programa de Género y Autismo que trata a pacientes autistas con disforia de género, lo que, según Friday, ilustra la reconocida conexión entre ambos.
«No entendemos por qué el autismo y la expansividad de género suelen presentarse juntos, pero sí sabemos que esta coexistencia puede ser compleja de gestionar para los jóvenes y sus familias», afirma el sitio web.
El hospital no respondió a una solicitud de comentarios.

Detección neurológica
En el Reino Unido, un informe clave publicado el año pasado sobre la gestión del tratamiento de menores con disforia de género recomendó realizar pruebas de detección de trastornos del desarrollo neurológico, incluidos el autismo y los problemas de salud mental.
Esta revisión, dirigida por la pediatra Hilary Cass, impulsó una ola de reformas, tras la cual el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido prácticamente dejó de prescribir bloqueadores de la pubertad por la falta de pruebas de que el tratamiento fuera beneficioso.
El informe Cass concluyó que los jóvenes angustiados por su género a menudo presentan problemas complejos que contribuyen a ese malestar, como trastornos mentales, rasgos de neurodiversidad y diversos problemas sociales.
La Red de Autodefensa del Autismo dijo en junio que el gobierno no debería interferir en la decisión de una persona autista de hacer la transición.
Suecia y Finlandia recomiendan que los trastornos del desarrollo neurológico, como el autismo y el TDAH, se aborden dentro de la evaluación del tratamiento de la disforia de género en menores.
En Estados Unidos, sin embargo, las organizaciones psicológicas priorizan la atención de afirmación de género sin recomendar evaluaciones neurológicas.
En cambio, la mayoría sigue los estándares de atención de la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero (World Professional Association for Transgender Health, WPATH), que abogan por una atención individualizada y acorde con la edad, con el fin de mejorar la salud y el bienestar de los jóvenes que se identifican como transgénero.
La organización señala que la asistencia a pacientes con disforia de género puede incluir atención ginecológica y urológica, salud reproductiva, terapia de voz y comunicación, servicios de salud mental —como asesoramiento y psicoterapia— y tratamientos hormonales o quirúrgicos, entre otros.

La WPATH considera que un diagnóstico de autismo no debe impedir la atención de afirmación de género.
Según la WPATH, no existe evidencia de que sea beneficioso negar tratamientos médicos y quirúrgicos de afirmación a personas transgénero con incongruencia de género únicamente por presentar un trastorno de salud mental o del neurodesarrollo.
Asimismo, un comentario de 2023 publicado en la revista de la Academia Estadounidense de Pediatría sostenía que los jóvenes autistas merecen atención de afirmación de género y que un diagnóstico de trastorno del espectro autista no debería impedir que ellos y sus familias otorguen un consentimiento informado para recibir ese tipo de atención.
La Red de Autodefensa del Autismo señaló en su boletín informativo de junio que el gobierno no debería interferir en la decisión de una persona autista de transicionar.
«Creen que las personas autistas no podemos saber realmente si somos transgénero. Dicen que nos están engañando o que estamos confundidos. Creen que no deberíamos tener acceso a atención médica que reafirme nuestro género», señalaba el boletín.
Los legisladores republicanos de muchos estados han promulgado prohibiciones contra los tratamientos médicos vinculados a la identidad de género en menores, y a nivel federal se han adoptado también medidas para restringir la financiación de dichas prácticas.
Poco después de asumir el cargo a principios de este año, el presidente de EE. UU., Donald Trump, firmó una orden ejecutiva que establece que el gobierno federal no financiará ni promoverá la atención relacionada con la transición para niños que se identifican con un género diferente.
Esta primavera, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS) publicó un análisis de 409 páginas sobre los procedimientos médicos utilizados en menores con disforia de género. El informe aboga por la psicoterapia como una «alternativa no invasiva a las intervenciones endocrinas y quirúrgicas», dado que no se han demostrado los beneficios de las hormonas ni de la cirugía.
«Muchos de estos niños y adolescentes padecen trastornos psiquiátricos y del neurodesarrollo concomitantes, lo que los hace especialmente vulnerables», señala el resumen ejecutivo del informe.

Abordar los problemas subyacentes
C. Alan Hopewell, neuropsicólogo en Fort Worth, Texas, que ha atendido a pacientes con confusión de género desde la década de 1970, afirmó que los vínculos entre el autismo y la disforia de género son difíciles de investigar en Estados Unidos.
Hopewell sostuvo que la transición médica de personas se ha convertido en una lucrativa industria de nicho en el ámbito sanitario y que la mayoría de las organizaciones profesionales estadounidenses apoyan el modelo de afirmación.
Investigadores y profesores que realizan estudios sobre personas transgénero han obtenido subvenciones millonarias, que a menudo les han permitido lograr reconocimiento profesional, ascensos y titularidad, según declaró a The Epoch Times.
Se sabe que los niños autistas tienen problemas sensoriales que afectan la función sexual y la identidad, alteran la percepción que tienen de sí mismos y pueden causar deterioro en el funcionamiento social, afirmó.
«Su género, su sexo, su cuerpo nunca son el problema. Es psiquiátrico; es emocional, y eso es en lo que hay que centrarse», afirmó Chloe Cole, una joven destransicionista
Cuando hay problemas neurológicos, el cerebro puede tener mayor dificultad para procesar la información, por lo que las personas pueden confundirse más fácilmente al exponerse a determinadas ideologías, añadió.
Los pacientes que padecen trastornos mentales, como el trastorno límite de la personalidad, la esquizofrenia y el trastorno bipolar, también corren el riesgo de desarrollar confusión sexual, señaló.
En una entrevista previa con The Epoch Times, Cole explicó que esperaba sentirse mejor a medida que su cuerpo se masculinizara. Sin embargo, no fue así y finalmente se arrepintió de su doble mastectomía y comenzó la destransición.
La confusión de género «siempre está vinculada a algún tipo de dificultad o lucha en la vida de estos niños», afirmó.
«Su género, su sexo, su cuerpo nunca son el problema. Es psiquiátrico; es emocional, y eso es en lo que debemos centrarnos».
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «The Link Between Transgenderism and Autism».
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