En el largo camino para la pérdida saludable de peso, cada persona tiene una historia distinta, un metabolismo diferente y una relación única con la comida. En este artículo, pondremos sobre la mesa los tres enfoques dietéticos más destacados en el debate actual: la dieta mediterránea, la dieta atlántica y el ayuno intermitente. Tres caminos muy distintos que comparten una misma promesa: ayudar a perder peso y mejorar la salud metabólica. ¿Cuál de ellos funciona mejor? ¿Qué dice la evidencia reciente? Y, sobre todo, ¿qué patrón resulta más sostenible en la vida real?
La dieta mediterránea
La dieta mediterránea lleva décadas siendo una referencia en nutrición saludable. No es una «dieta» entendida como restricción, sino un patrón de vida donde predominan las frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva virgen extra y pescado, dejando las carnes y ultraprocesados en un papel secundario.
En estudios realizados en personas con sobrepeso u obesidad, este modelo alimentario ha demostrado una capacidad consistente para reducir el peso corporal. Las pérdidas no son espectacularmente rápidas —y eso es, precisamente, uno de sus puntos fuertes—, sino estables: entre 4 y 10 kilos en un año, acompañadas de una reducción de la grasa abdominal y mejoras claras en parámetros clave como la glucosa en ayunas, la resistencia a la insulina, los triglicéridos y la presión arterial.
Lea también: Cetosis y ayuno intermitente: cómo gestionar el reinicio de su metabolismo
La clave de su éxito no está en eliminar alimentos, sino en mejorar su calidad y la densidad nutricional de cada plato. Al aumentar fibra, antioxidantes y grasas saludables, se reduce la inflamación, mejora la saciedad y disminuye la tendencia a los picos de hambre. Y un detalle muy relevante en el contexto de la obesidad: con este patrón es más fácil mantener la masa muscular, algo crucial para evitar el conocido efecto «rebote».
La ciencia la sigue situando como el patrón más sólido, no solo para perder peso, sino para mantenerlo, y para acompañar a esa pérdida de beneficios cardiovasculares y metabólicos duraderos.
La dieta atlántica
Si la mediterránea mira al sur, la atlántica mira al norte. Es un patrón tradicional del noroeste peninsular que, aunque menos difundido, comparte virtudes importantes: gran presencia de pescado y marisco, verduras de temporada, legumbres, cereales integrales, frutos secos, lácteos naturales y una cocina que prioriza métodos suaves como el vapor, la cocción o la plancha.
Los estudios sobre la dieta atlántica no son tan numerosos como los de la mediterránea, pero los resultados recientes son prometedores. En intervenciones dirigidas a personas adultas con exceso de peso, este modelo ha logrado mejoras apreciables en el perfil lipídico —especialmente reducciones de colesterol total y LDL— y una ligera pérdida de peso, acompañada de un descenso del riesgo de desarrollar síndrome metabólico.
Aunque la bajada de peso suele ser más modesta que en la mediterránea, la dieta atlántica destaca por su calidad nutricional y adherencia. Para muchas personas, especialmente en regiones donde este patrón es culturalmente familiar, seguirla resulta muy natural. Y en nutrición, la adherencia es determinante: una dieta que se mantiene funciona infinitamente mejor que una dieta perfecta que no se sostiene.
Además, su énfasis en productos locales, frescos y de temporada añade un componente de sostenibilidad que, indirectamente, también favorece la continuidad y el compromiso.
El ayuno intermitente
A diferencia de las dos dietas anteriores, el ayuno intermitente no se centra en qué comer, sino en cuándo hacerlo. La estrategia más habitual consiste en concentrar la ingesta diaria dentro de una ventana horaria, como 8 ó 10 horas. Otras versiones alternan días de ingesta reducida con días de alimentación normal.
En personas con obesidad, el ayuno intermitente ha mostrado cierta ventaja en la pérdida de peso respecto a una restricción calórica continua. Algunos estudios recientes apuntan a descensos en torno al 7 % del peso corporal en un año, lo cual es clínicamente relevante. También se observan mejoras en glucosa, presión arterial y, en algunos casos, perfil lipídico.
Lea también: Ayuno intermitente: descubra los beneficios para la salud de una práctica milenaria
Sin embargo, sus resultados presentan un patrón peculiar: la pérdida de peso puede no acompañarse siempre de una reducción significativa de grasa visceral, y no todos los parámetros cardiometabólicos mejoran por igual. Además, existe un problema importante: la adherencia. Mantener ventanas rígidas de alimentación no encaja con todos los estilos de vida, turnos de trabajo o costumbres familiares.
Por otro lado, si la ventana de alimentación se llena de alimentos ultraprocesados, el beneficio desaparece. Y en ciertos perfiles clínicos —diabetes, trastornos de la conducta alimentaria, personas que tienden a la restricción— puede no ser la estrategia más segura si no hay supervisión.
Tres caminos, una misma meta: perder peso con salud
A la hora de comparar las tres opciones, emerge un mensaje claro: la calidad dietética es tan importante como el método. Las dos dietas basadas en alimentos frescos (mediterránea y atlántica) ofrecen beneficios globales, estables y seguros. El ayuno intermitente aporta un mecanismo útil para algunas personas, especialmente las que necesitan una estrategia estructurada para reducir calorías, pero requiere disciplina y una buena base nutricional.
La dieta mediterránea destaca como la más eficaz y consistente para la pérdida de peso sostenida y la mejora metabólica. La atlántica funciona bien como alternativa culturalmente arraigada y efectiva en perfiles con riesgo cardiovascular. El ayuno intermitente puede ser una herramienta valiosa, pero no debe verse como una solución aislada, sino como un complemento a una alimentación saludable.
Después de este análisis, podemos llegar a la conclusión de que la mejor dieta para adelgazar no es necesariamente la más estricta, ni la más rápida, ni la más de moda. Es la que puedes mantener, la que se adapta a tu entorno y la que respeta tus ritmos y preferencias.
Para la mayoría de personas, un patrón mediterráneo —o atlántico— aporta una base sólida, segura y con evidencia robusta. Si además se añade una ventana horaria moderada para quienes pueden mantenerla, los beneficios pueden multiplicarse.
Lo importante no es solo perder peso, sino ganar salud. Y eso se logra con constancia, calidad en los alimentos y un estilo de vida coherente, no con atajos.
El Prof. Liu Zheng es un activo investigador y divulgador de la Medicina Tradicional China, director de la prestigiosa Clínica de Medicina Integrativa y Acupuntura MEDIZEN (Madrid) y docente principal de programas de postgrado de Acupuntura en diversas instituciones académicas de Ciencias de la Salud.
Es director y docente titular de Campus Acupuntura, centro de estudio e investigación de Acupuntura. Actualmente ostenta el cargo de presidente de la Asociación de Acupuntores Sanitarios
Es además, autor de varios libros de gran éxito sobre la Medicina Tradicional China y Acupuntura.
Contacto: liu@clinicamedizen.es
Instagram: @Prof. Liu Zheng – Medicina China
Cómo puede ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en España y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.



