En resumen:
– Los alimentos procesados —y, con ellos, los conservantes— constituyen una parte importante de la dieta moderna.
– Muchos conservantes —aunque no todos— se asocian con alteraciones hormonales, cáncer y otros problemas de salud.
– Los nutricionistas recomiendan informarse sobre los aditivos alimentarios para favorecer una alimentación más saludable.
– Existen maneras sencillas de reducir la exposición a los conservantes.
Pan que se mantiene blando durante semanas o carne que parece fresca tras varios días: todo ello es posible gracias a los conservantes modernos.
Son tan comunes en los alimentos envasados que casi pasan desapercibidos. Sin embargo, algunos se vinculan con alteraciones hormonales, cáncer y otros problemas de salud.
Dado su protagonismo en la dieta actual, comprender cómo nos afectan los conservantes puede ayudar a orientar las decisiones de compra.
Conservantes y su impacto en la salud
«Como investigadora especializada en este campo, los conservantes que más me preocupan son los benzoatos, nitratos, nitritos, BHT [butilhidroxitolueno] y BHA [butilhidroxianisol]», declaró a The Epoch Times la Dra. Elizabeth Dunford, dietista titulada y profesora adjunta de la Universidad de Carolina del Norte.
El benzoato de sodio (E 211), por ejemplo, se encuentra en el jarabe para panqueques, los alimentos fermentados, los zumos de fruta, los encurtidos y los refrescos. En combinación con vitamina C puede formar benceno, un compuesto cancerígeno, explicó Dunford.
El nitrato de sodio (E 251) y el nitrito de sodio (E 250) aparecen en carnes curadas o procesadas —tocino, embutidos, salchichas— y les confieren un tono rojo o rosado; sin ellos, el aspecto sería grisáceo. Tienen propiedades antibacterianas, pero —según Dunford— la exposición prolongada se asocia con un mayor riesgo de cáncer.
Los nitratos también se relacionan con un mayor riesgo de diabetes de tipo 2 y contribuyen a la hipertensión arterial.
El BHA (E 320) es un antioxidante que retrasa la rancidez. Se ha vinculado con alteraciones hormonales y daños reproductivos, y está clasificado como «posiblemente cancerígeno» en estudios con animales. Aparece en productos cárnicos en conserva, como salchichas y salami.
El BHT (E 321) se añade habitualmente a productos a base de cereales para que sabor, color y textura cambien más lentamente. La exposición repetida a BHT y BHA se ha relacionado con el deterioro de la función reproductiva y la alteración hormonal, según Dunford.
No olvidar: parabenos
Los parabenos son otro tipo de conservante. Prolongan la vida útil, pero pueden alterar el equilibrio hormonal al mimetizar funciones como la expresión génica o la señalización. Al unirse a los receptores hormonales y competir con las propias hormonas, alteran ese equilibrio. En animales se han observado efectos sobre la fertilidad.
Un estudio en China también los relacionó con menor recuento de espermatozoides y niveles más bajos de testosterona.
No todos los conservantes son dañinos
También existen conservantes que mantienen los alimentos frescos sin suponer un riesgo, como el ácido ascórbico (vitamina C, E 300), el vinagre, la sal o el extracto de romero (E 392).
«Que cueste pronunciar el nombre de un conservante no implica que sea artificial o dañino», señaló a The Epoch Times Caroline West Passerrello, de la Universidad de Pittsburgh, nutricionista y experta en etiquetado y educación nutricional.
Limite la exposición
«La forma más sencilla de reducir la exposición es evitarlos. Lo más efectivo es consumir alimentos integrales y mínimamente procesados», indicó Raúl Bescós García a The Epoch Times.
«Así se reduce la exposición sin complicar la alimentación,» añadió el profesor asociado de Nutrición y Fisiología Humana de la Universidad de Plymouth (Reino Unido).
Una dieta basada en alimentos integrales también puede atenuar posibles efectos secundarios de los conservantes, añadió.
Pero… ¿cómo?
¿Cómo ajustar la dieta para consumir menos conservantes? Passerrello propone varias pautas.
Por ejemplo, aconseja reducir la carne procesada curada con nitrito y optar por productos de charcutería frescos. «Coma salchichas y embutidos solo de forma ocasional».
Conviene priorizar alimentos en su forma más natural. Las verduras congeladas encajan bien: el único ingrediente suele ser la propia verdura.
«Una dieta variada también ayuda», dijo.
Un buen comienzo es alternar frutas y verduras a lo largo de la semana, probar distintos cereales y variar las fuentes de proteína.
Lea las etiquetas
«Cuando no sea posible consumir alimentos integrales, es clave informarse y leer con atención las etiquetas», continuó Passerrello.
Muchos conservantes figuran con varias denominaciones; conviene identificar nombres alternativos como «sal de curado» para el nitrito de sodio.
También es útil revisar los primeros ingredientes. Una lista corta con ingredientes fácilmente identificables suele indicar menos conservantes.
Los guisantes congelados son un buen ejemplo de producto mínimamente procesado —ingredientes: «guisantes»—. Lo mismo ocurre con el yogur natural, que suele indicar «leche» y «cultivos vivos».
No todas las listas largas son perjudiciales, pero elegir productos con menos ingredientes y más simples facilita reducir los conservantes sin complicaciones.
Más consejos
Passerrello sugiere, además, pequeños cambios prácticos para reducir la exposición:
Prepara palomitas con aire caliente en lugar de microondas.
Sustituir queso rallado por queso en pieza.
Elegir mantequilla en lugar de margarina.
Usar jarabe de arce o miel en vez de jarabe para panqueques.
Emplear hierbas y especias frescas en lugar de adobos o salsas preparadas.
Optar por papas fritas y galletas saladas naturales en vez de versiones aromatizadas.
Sustituir yogur saborizado por yogur natural y añadir ingredientes propios.
Preparar aliños, salsas o condimentos para tacos en casa.
Aromatizar el agua con gas con cítricos o hierbas frescas.
Passerrello señala que los aditivos alimentarios son un asunto complejo y en constante cambio.
«Sea un consumidor curioso: averigüe el significado real de las etiquetas», recomienda esta experta en etiquetado e información nutricional.
Este artículo no sustituye el consejo médico. Ante dudas de salud, consulte a su médico o farmacéutico.
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «Konservierungsstoffe meiden: Tipps gegen versteckte Gifte im Essen»
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