¿Cree que sustituir los refrescos normales por refrescos «light» beneficia su salud? Según una nueva investigación, es posible que su hígado discrepe.
Un estudio con casi 124 000 personas reveló que solo una ración diaria de bebidas endulzadas artificialmente aumenta el riesgo de padecer esteatosis hepática no alcohólica, también denominada enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés). Esta afección implica la acumulación de grasa en el hígado y puede cursar con inflamación, dolor, fatiga y pérdida de apetito.
La MASLD presenta una prevalencia estimada de entre el 25 % y el 30 % en todo el mundo y es, hoy por hoy, la principal causa de enfermedad hepática crónica. Un informe clínico sitúa su incidencia entre 28 y 52 casos por cada 1000 personas y año. En Europa, unos 52 millones de personas viven con esta enfermedad.
Los hallazgos, presentados en la Semana Europea de Gastroenterología 2025, cuestionan la idea de que las bebidas endulzadas con edulcorantes artificiales sean una alternativa inofensiva frente a sus equivalentes azucarados.
El azúcar y los edulcorantes aumentan el riesgo
El estudio —aún sin revisión por pares— siguió a 123 788 participantes del Biobanco del Reino Unido sin enfermedad hepática al inicio. Con cuestionarios dietéticos repetidos y un seguimiento medio de 10,3 años, los investigadores analizaron cómo el consumo de bebidas se asociaba con la aparición de patología hepática.
Observaron que beber más de 250 gramos (una taza) al día se asociaba con mayor riesgo de MASLD: un 50 % más con bebidas azucaradas y un 60 % más con bebidas endulzadas artificialmente o bajas en calorías.
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Durante el período de estudio, 1178 participantes desarrollaron enfermedades hepáticas y 108 fallecieron por causas relacionadas con el hígado.
Las bebidas bajas en azúcar o endulzadas artificialmente se asociaron con un mayor riesgo de mortalidad por enfermedad hepática; en cambio, las bebidas azucaradas se vincularon a un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, pero no a un aumento de la mortalidad por esta causa.
Por qué las bebidas dietéticas pueden ser peores
La autora principal, Lihe Liu, reconoció la aparente contradicción de los resultados. «Las bebidas azucaradas llevan mucho tiempo bajo escrutinio, mientras que sus alternativas “dietéticas” suelen considerarse la opción más saludable. Sin embargo, ambas se consumen ampliamente y sus efectos sobre la salud del hígado no se conocen bien», afirmó en un comunicado.
«Nuestro estudio muestra que las bebidas bajas en calorías o endulzadas artificialmente se relacionan con un mayor riesgo de MASLD, incluso entre quienes consumen cantidades reducidas, como una lata al día», añadió Liu.
Según la investigadora, los mecanismos de daño difieren según el tipo de bebida. Las azucaradas provocan picos rápidos de glucosa e insulina, favorecen el aumento de peso y elevan el ácido úrico, factores que contribuyen a la acumulación de grasa en el hígado.
En cambio, las bebidas endulzadas artificialmente podrían dañar el hígado por otras vías: alteración de la microbiota intestinal, modificación de la sensación de saciedad, aumento del deseo de dulce e incluso estimulación de la secreción de insulina pese a no contener azúcar.
La relación con la salud intestinal
Los efectos adversos de las bebidas azucaradas —como refrescos carbonatados, bebidas energéticas y zumos con azúcar añadido— están bien documentados e incluyen enfermedades cardíacas, diabetes e hipertensión arterial.
Aunque los edulcorantes artificiales se utilizan a menudo como alternativa «más saludable», los productos con sustitutos del azúcar también se han relacionado con un aumento de riesgos para la salud. Entre ellos figuran los efectos sobre el intestino: edulcorantes como la sacarina han sido asociados a enfermedades inflamatorias intestinales y a alteraciones de la microbiota. Estos cambios pueden aumentar la permeabilidad intestinal y provocar disbiosis, lo que a su vez se asocia con intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina y mayor inflamación sistémica.
Las disfunciones intestinales pueden reducir la producción de ácidos grasos de cadena corta por parte de las bacterias, compuestos clave para la sensibilidad a la insulina, y contribuir así a trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2.
Los edulcorantes también pueden afectar el metabolismo del organismo. Parámetros como la glucemia y la hemoglobina glicosilada (HbA1c) podrían verse alterados por cambios en la microbiota intestinal y favorecer trastornos gastrointestinales —síndrome del intestino irritable, dispepsia, estreñimiento, enfermedad por reflujo gastroesofágico o diarrea—, según explica Ana Fraile, licenciada en Farmacia y en Nutrición Humana y Dietética.
«La interrupción del equilibrio de la microbiota intestinal puede alterar el control de patógenos potenciales, la motilidad intestinal, la respuesta inmunitaria y el metabolismo de nutrientes. Al modificar la microbiota, puede generarse más inflamación e intolerancia a los azúcares que con el consumo de glucosa, fructosa o sacarosa», añade la especialista.
La opción más segura: el agua
Los investigadores subrayan que limitar el consumo de bebidas azucaradas y endulzadas artificialmente puede ayudar a prevenir enfermedades hepáticas y a mejorar la salud metabólica en general. Según el estudio, sustituir estas bebidas por agua redujo el riesgo de MASLD hasta en un 15 %.
Beber agua en lugar de cualquiera de estos dos tipos de bebidas se considera la opción más segura, señaló Liu, porque evita la carga metabólica que puede favorecer la acumulación de grasa en el hígado.
Perspectivas de los expertos: enfoque en la nutrición global
Este estudio refuerza lo observado en otras investigaciones, según declaró a The Epoch Times Madison Reeder, nutricionista titulada y vicepresidenta de operaciones clínicas de ModifyHealth, que no participó en el trabajo.
«Tanto los azúcares añadidos como algunos edulcorantes artificiales pueden suponer una carga adicional para el hígado cuando se consumen con regularidad, aunque por motivos distintos», afirmó. «Sabemos que un exceso de azúcar estimula al hígado a producir y almacenar grasa, mientras que ciertos edulcorantes artificiales pueden influir en las bacterias intestinales y en la respuesta a la insulina de formas que aún estamos estudiando».
«El mensaje central», añadió, «no es temer un ingrediente o bebida concretos, sino prestar atención a los patrones generales de alimentación y al estilo de vida».
Recomienda comidas regulares y equilibradas elaboradas con «alimentos frescos y mínimamente procesados», combinadas con ejercicio físico y cuidado personal, para proporcionar al hígado lo necesario para funcionar correctamente.
«La nutrición diaria tiene el poder de restablecer el equilibrio, fortalecer el metabolismo y proteger la salud a largo plazo», concluyó Reeder.
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«En lugar de optar por bebidas azucaradas o endulzadas artificialmente, conviene elegir alimentos de dulzor natural combinados con una fuente de proteínas para satisfacer el antojo de dulce», explicó Helen Tieu, dietista titulada de Diet Redefined, a The Epoch Times.
Entre las opciones que sugiere figuran el yogur griego con bayas —frescas o congeladas—, el requesón con fruta, batidos proteicos con fruta entera, fruta con frutos secos o agua con gas con lima, limón o rodajas de otros cítricos.
Las fibras y las carnes magras pueden ayudar
Aunque no se recomienda a diario, pueden incorporarse cantidades moderadas de carne roja dentro de una dieta equilibrada para reducir el riesgo de enfermedad hepática, señaló a The Epoch Times Samantha Coogan, profesora titular del Departamento de Kinesiología y Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Nevada, que no participó en el estudio.
Apuntó a investigaciones previas que sugieren que seguir una dieta rica en proteínas magras puede hacer que la grasa hepática dañina «se derrita».
El consumo de fibra soluble también puede contribuir a prevenir la enfermedad hepática.
Entre sus fuentes se incluyen las semillas de lino, las manzanas, los albaricoques, la avena y las batatas. Coogan recalcó que la clave para la salud del hígado es mantener un buen equilibrio.
Información con contenido de The Epoch Times edición Estados Unidos.
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