En resumen:
La exposición a la radiación de las tomografías computarizadas estándar suele ser reducida, con un riesgo de cáncer igualmente bajo.
Las dosis de radiación más altas, cada vez más empleadas en estudios complejos y combinados y en personas con obesidad, incrementan el riesgo de cáncer.
Los ajustes individualizados de dosis y la elección de centros con software moderno y optimizado son formas de reducir el riesgo.
Ya sea para dolores de cabeza recurrentes, sospecha de cáncer o para diagnosticar otras afecciones complejas, la tomografía computarizada (TC) es el método de referencia en la práctica clínica actual.
Generalmente, se emplean dosis bajas de radiación, posible gracias a tecnologías «low-dose» (de dosis bajas) que obtienen las imágenes precisas con una exposición particularmente reducida. Sin embargo, los estudios muestran que los exámenes con dosis altas de radiación, en el entorno de 50 milisieverts (mSv) o más, han aumentado en los últimos años. Según varios estudios, dosis de esa magnitud se asocian a un mayor riesgo de cáncer.
Los investigadores apuntan a que las principales razones del aumento del uso de altas dosis de radiación son los exámenes complejos y combinados, y el creciente número de pacientes con obesidad.
«Los escáneres de TC de última generación son muy potentes y permiten realizar exploraciones rápidas y de alta calidad de imagen, pero a veces no cuentan con controles integrados que eviten dosis de radiación innecesariamente altas, especialmente en pacientes con obesidad o en exploraciones complejas», declaró Madan Rehani, profesor de radiología de la Facultad de Medicina de Harvard y autor de correspondencia del estudio, a The Epoch Times.
Exposición a la radiación de las tomografías computarizadas
Las TC se realizan cuando los médicos necesitan imágenes detalladas del interior del cuerpo para realizar un diagnóstico o planificar un tratamiento; por ejemplo, para detectar cáncer, valorar lesiones internas, planificar una cirugía o evaluar vasos sanguíneos, pulmones u órganos que no se pueden ver claramente con otras técnicas.
La exposición a la radiación varía según la región del cuerpo, pero es mayor que con las radiografías convencionales porque se toman múltiples cortes del interior del cuerpo.
Los estudios demuestran que la radiación ionizante utilizada en las TC causa daño al ADN. Con dosis bajas de radiación, el cuerpo puede reparar el daño, pero a veces el ADN dañado se replica sin control, lo que puede causar cáncer. Sin embargo, el riesgo de desarrollar cáncer debido a la exposición a la radiación de las TC depende de diversos factores, como la parte del cuerpo que se escanea, la edad de la persona en el momento de la exploración y el peso corporal.
Por lo general, la dosis de radiación de una sola TC se sitúa en valores de un solo dígito (mSv), lo que, según el profesor Rehani, supone un riesgo bajo.
En gran medida, los beneficios de una TC clínicamente justificada superan los riesgos de la radiación. Rehani afirma que la mayoría de las TC (más del 99 %) evaluadas en sus estudios presentaron una dosis de radiación baja, inferior a 10 mSv, lo que conlleva un riesgo de cáncer muy bajo.
Sin embargo, la evaluación de Rehani cambia para las tomografías con dosis de 50 mSv o más, pues a partir de ese umbral el riesgo de cáncer relacionado con la radiación se vuelve estadísticamente significativo.
Los estudios apuntan a un aumento en las dosis de radiación
El estudio del equipo de Rehani, publicado recientemente en el British Journal of Radiology, muestra que el número de TC de altas dosis (≥50 mSv) ha aumentado un 244 % desde 2017, aunque el número total sigue siendo bajo.
Cuando los investigadores examinaron casi 5000 TC con datos sobre el índice de masa corporal (IMC) de los pacientes, descubrieron que alrededor del 80 % de las tomografías de altas dosis se realizaron en personas con mayor IMC u obesidad.
El Dr. Jorge Green, cirujano bariátrico certificado en Renew Bariatrics, coincide en que la epidemia de obesidad en Estados Unidos es responsable del aumento de las TC de altas dosis.
«En pacientes obesos, se requiere más radiación para penetrar el tejido y producir una imagen nítida», declaró Green a The Epoch Times. «La epidemia de obesidad ha provocado un aumento constante de la corpulencia promedio de los pacientes que examinamos, y los protocolos no se han adaptado a la necesidad de optimizar la dosis. Este es un ejemplo perfecto de cómo una crisis de salud pública (la obesidad) alimenta silenciosamente otra (la exposición acumulada a la radiación)».
Rehani señaló que la obesidad es una de las razones del aumento de las exploraciones de altas dosis, según un estudio publicado en el British Journal of Radiology. Sin embargo, dado que solo se disponía de datos del IMC para una pequeña parte de los exámenes, no está claro hasta qué punto la obesidad es realmente responsable de este incremento.
Cómo reducir el riesgo
Una estimación publicada en abril en JAMA Internal Medicine sugiere que «si se mantienen las dosis y el uso actuales de radiación, los cánceres asociados a la TC podrían representar hasta el 5 % de los nuevos casos diagnosticados cada año».
«A pesar de los riesgos potenciales, las personas que necesitan una TC no deben rechazarla por temor. Si una TC es inevitable, conviene preguntar al médico por centros que utilicen máquinas de TC de bajas dosis (TCBD) y software avanzado. Muchos centros académicos cuentan con esta tecnología, pero no la publicitan activamente», afirma Green.
El software con algoritmos avanzados puede procesar los datos de los escáneres de TC para producir imágenes de mayor calidad, reduciendo la dosis de radiación entre un 30 % y un 50 % sin comprometer la claridad de la imagen.
Además, según Green, en muchos casos es posible ajustar la dosis. «Necesitamos un ajuste automático de la dosis según el tamaño como configuración predeterminada, no como una opción oculta en el menú de la consola de TC». Y añade: «Demasiados departamentos utilizan aún protocolos universales, lo que significa que los pacientes obesos reciben dosis muy superiores a las requeridas para un diagnóstico de calidad».
Green añadió que los pacientes, especialmente aquellos con obesidad, no deben dudar en preguntar a su médico al programar el examen: «¿Utilizará un protocolo optimizado para mi tamaño corporal?».
Asimismo, Rehani y Green recomiendan llevar a la consulta los informes de TC previos. Como la información de los historiales clínicos electrónicos no siempre está completa, una revisión minuciosa puede ayudar al equipo sanitario a evitar exámenes innecesarios o repetidos. Así se reduce la exposición total a la radiación potencialmente nociva asociada.
Este artículo no sustituye el consejo médico. Si tiene alguna pregunta sobre salud, consulte a su médico o farmacéutico.
Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Alemania con el título «Strahlenbelastung durch Computertomografie: Worauf Sie bei der Untersuchung achten sollten»
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