Siempre me he preguntado qué tenía de especial la luz que atraviesa la ventana cada mañana, especialmente en esos días soleados en los que el cielo está despejado. ¿Por qué este gesto tan simple, en el que la naturaleza interactúa con un elemento de la cotidianidad, podía tener la capacidad de generar momentos reflexivos de paz y sosiego?
Encontré una respuesta en uno de los oficios más antiguos: el arte de las vidrieras. Esta expresión artística, que adquirió gran relevancia en la cultura europea durante la Edad Media, estaba íntimamente ligada a una visión espiritual de la sociedad, especialmente en el mundo católico.
La vidrieras con motivos religiosos no solo se emplearon como una técnica que alcanzó su esplendor en los templos durante el período gótico, sino que también tenían un sentido sacro: la combinación de luz y colores, filtrada por los ventanales, generaba una atmósfera de sacralidad propicia para establecer un diálogo con Dios y otorgar a los fieles un espacio íntimo y reflexivo.
Anna Santolaria, experta en el arte de las vidrieras y fundadora del taller Can Pinyonaire en Gerona, dijo a Epoch Times España que ya en el año 540 el obispo san Gregorio de Tours describió las vidrieras de la Basílica de Saint-Martin de Tours como «ventanas que cuentan historias».
«Estas historias coloreadas, que contaban esas desaparecidas vidrieras, eran historias vinculadas a la vida de Santos, pues no hay que olvidar que este es un arte que nació de la mano de la Iglesia, con una función profundamente didáctica», dijo la experta en vidrieras.
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Durante la Edad Media, una amplia mayoría de la población carecía de formación académica y las vidrieras sirvieron para transmitir de una manera muy gráfica las historias y relatos bíblicos.
La disposición de las vidrieras y sus narrativas medievales no solo adornaban los templos a los que acudían a diario los feligreses, sino que también los invitaban a entender las historias reflejadas en las imágenes grabadas. Desde la parte más baja hacia arriba (de lo terrenal a lo celestial), la lectura de cada vidriera sumergía a los feligreses en un entorno que transmitía una conexión profunda con la espiritualidad.
«Las vidrieras tenían también una función litúrgica y simbólica inigualable, sobre todo durante el gótico, cuando se realizaron aquellos grandes conjuntos de vidriera que filtraban la luz de todas las catedrales góticas europeas», agregó Santolaria.
El simbolismo de este arte, que alcanzó su máximo esplendor entre los siglos XII y XVI en toda Europa, fue profundamente marcado. En la tradición católica, la luz se considera un elemento de carácter divino, de modo que las vidrieras en los ventanales transformaban las iglesias en un espacio celestial y místico.
Las formas y los colores también desempeñaban un rol decisivo a la hora de transmitir un mensaje espiritual enaltecedor. El azul evocaba lo celestial y la Virgen María, mientras que el rojo simbolizaba el amor divino, la pasión de Cristo, el martirio y el fuego del Espíritu Santo.
El verde evocaba la esperanza, la renovación y la vida eterna; el amarillo o dorado simbolizaba la gloria divina y la luz de Dios; y el violeta representaba la penitencia, la humildad y la preparación espiritual.
Por otro lado, muchas de las catedrales contaban con enormes rosetones que simbolizan la eternidad, la perfección divina y a menudo a la Virgen María. En el centro suele haber un Cristo o una Virgen María rodeados de apóstoles, profetas o escenas bíblicas.
La disposición vertical reflejaba la ascensión del alma hacia Dios. A su vez, la disposición de las vidrieras estaba conforme a la verticalidad de la arquitectura gótica. En las composiciones también era común que los números ocuparan un lugar relevante. El 3, que representa la santísima trinidad, el 4, que representa los elementos del mundo, el 7, que representa la perfección y el 12, que representa a los apóstoles.
Este arte, heredado por artesanos maestros vidrieros franceses también se desarrolló extensamente en otros países de Europa y la técnica lograda en suelo Español no fue la excepción. Una buena parte de estos trabajos se puede apreciar en la Catedral de León,—conocida como la casa de la luz— cuenta con más de 1.800 m² de vidrieras medievales.
La Catedral de Burgos cuenta con vidrieras del siglo XII al siglo XVI. El que más resalta a la vista es el rosetón de la puerta de Sarmental.
Otros templos que destacan por sus vidrieras decorativas y vistosas, característicos del Renacimiento, son la Catedral de Sevilla y la Catedral de La Seu en Palma de Mallorca. Esta última ofrece un espectáculo lumínico único a través de su rosetón mayor —conocido como el «Ojo del Gótico»—, de 13 metros de diámetro y compuesto por 1.116 piezas de vidrio coloreado, cuyo reflejo forma una figura perfecta de «8» solo dos veces al año.
«La historia de la vidriera no es lineal y su impacto ha variado a lo largo del tiempo. En el gótico, su presencia fue fundamental dentro de una cultura simbólica y mística, donde la luz filtrada a través de los vidrieras se entendía como una manifestación de lo divino y las imágenes narrativas instruían a los fieles», explicó Santolaria.
«Durante el Renacimiento, la vidriera perdió protagonismo, ya que se privilegiaba la claridad, la perspectiva naturalista y la pintura mural como medios para representar historias y valores. Sin embargo, en el neogótico del siglo XIX, el arte del vitral volvió a cobrar importancia, recuperando la espiritualidad y el simbolismo medieval, restaurando la atmósfera luminosa de las catedrales góticas y reforzando su función narrativa mediante escenas bíblicas, hagiográficas y heráldicas», añadió.
Posteriormente, con la llegada del Modernismo y la corriente del Art Nouveau, la técnica del trabajo con vidrieras empezó a abordarse desde un concepto más decorativo y creativo, incorporando nuevas formas que incluían líneas curvas, motivos naturales y una experimentación cromática más libre. Según Santolaria, esta evolución fusionó tradición y modernidad en un lenguaje visual innovador.
Actualmente, el arte de las vidrieras se integra a las corrientes artísticas modernas, la arquitectura contemporánea y el diseño de interiores. El mercado experimenta un notable auge: según un informe de Market Research Future, alcanzó los 4451 millones de euros en 2024 a nivel global, con una Tasa de Crecimiento Anual Compuesto proyectado del 4,5-8,1 % hasta 2030-2035, lo que lo llevaría a entre 5710 millones de euros y 7244 millones de euros.
De acuerdo con Santolaria, las vidrieras son piezas artísticas que suelen ser valoradas como meros elementos decorativos, pero que, por su trabajo, técnica y legado en la cultura, son un medio artístico completo.
Su valor radica en la combinación de técnica y creatividad, que incluye tanto el corte y ensamblaje de vidrios de colores como la pintura sobre vidrio, utilizada para añadir detalles, sombras y expresiones que enriquecen la narrativa visual. Además, la manipulación de «la luz y el color permiten crear efectos visuales y emocionales únicos, mientras que las escenas y símbolos representados transmiten historias, valores y mensajes espirituales. Esta mezcla de técnica, expresión y narrativa convierte a las vidrieras en un medio artístico completo, que encaja en cualquier periodo histórico, es un medio con infinitas posibilidades», dijo la experta en vidrieras.
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El proceso técnico detrás de este antiguo trabajo artístico
Según Santolaria, el proceso de elaboración de una vidriera comienza con la realización de un boceto: primero a escala reducida y, posteriormente, reproducido a tamaño real sobre cartón. Este cartón sirve como plantilla para cortar con precisión las piezas de vidrio. A continuación, si se desea, se aplica pintura vítrea sobre el vidrio para definir expresiones, detalles o sombras, que luego se fijan mediante cocción en un horno especial.
Luego se ensamblan las piezas con tiras de plomo y se sueldan las cruces. Después, una vez que estén emplomadas, se deben enmasillar los paneles y reforzar la estructura con varillas metálicas. Finalmente, se colocan en su marco.
En cuanto a los utensilios de trabajo más empleados para el desarrollo de esta técnica se encuentran la rulina, los alicates de corte, esmaltes y grisallas, horno, perfiles de plomo, soldador y masilla.
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