CHINA

China y Hamás: las conexiones que ya no se pueden ocultar

Cómo Pekin ha contribuido a la capacidad militar, tecnológica y diplomática del grupo terrorista responsable del 7 de octubre
diciembre 2, 2025 19:27, Last Updated: diciembre 3, 2025 8:57
By

Comentario:

La estrategia oculta: China en el tablero de Oriente Medio

Durante años, la presencia de China en Oriente Medio se ha descrito como discreta, pragmática y centrada en el comercio. Sin embargo, la guerra desatada tras el 7 de octubre ha revelado una realidad mucho menos cómoda: Pekín no es un actor neutral, y su política hacia la región no se limita a declaraciones diplomáticas. Bajo la superficie, China ha tejido vínculos militares, tecnológicos y estratégicos con actores que buscan desestabilizar a Israel y debilitar la influencia estadounidense en la región.

El contexto geopolítico previo a la masacre explica buena parte de esta dinámica. En 2023 se estaba consolidando un reordenamiento histórico: Israel avanzaba hacia una normalización plena con Arabia Saudí, un proceso que se sumaba al acercamiento ya logrado con Emiratos y Bahréin gracias a los Acuerdos de Abraham. Aquello configuraba un bloque regional cada vez más alineado con Washington y con potencial para redefinir el equilibrio de poder en Oriente Medio.

Al mismo tiempo, Estados Unidos, India y varios países árabes impulsaban el corredor económico IMEC, una infraestructura diseñada para conectar India con Europa a través de Emiratos, Arabia Saudí, Jordania e Israel. Este proyecto competía directamente con la Nueva Ruta de la Seda de Xi Jinping y amenazaba con instalar en la región una red de cooperación económica hostil a los intereses chinos. Desde la perspectiva de Pekín, el avance simultáneo de los Acuerdos de Abraham y de IMEC dibujaba un escenario estratégico crecientemente adverso.

En ese escenario, el 7 de octubre cumplió una doble función. No solo fue una masacre diseñada para asesinar y secuestrar a civiles israelíes; también actuó como bomba colocada en el corazón de ese reordenamiento regional. El ataque hizo saltar por los aires el proceso de normalización árabe–israelí iniciado con los Acuerdos de Abraham, proceso contrario a los intereses del régimen iraní, y al mismo tiempo congeló el emergente entramado Israel–Arabia Saudí–Estados Unidos ligado al corredor IMEC, claramente contrario a los intereses estratégicos de China. El resultado ha sido precisamente ése: normalización detenida, corredor en pausa y una región que vuelve a girar en torno a la lógica de la guerra, un terreno mucho más cómodo para quienes prefieren un Oriente Medio fragmentado y dependiente.

Un informe titulado «China’s Support of Hamas: Evidence and Actions» («El apoyo de China a Hamás: pruebas y acciones») encaja este desenlace en un marco más amplio: una China que lleva años estrechando su coordinación con Irán y reforzando su presencia económica, diplomática y militar en la región, siempre con un objetivo de fondo muy claro: debilitar la arquitectura de seguridad construida por Estados Unidos y sus aliados.

A partir de ahí, la pregunta ya no es si Irán apoya a Hamás, algo que ya nadie discute, sino hasta qué punto China está utilizando a Irán y a Hamás como herramientas de una guerra delegada contra Israel y, por extensión, contra Occidente. En esta línea se sitúa una investigación de The Algemeiner, que recopila vínculos políticos, financieros y militares entre Pekín y el grupo terrorista, sin presentar a China en ningún momento como un actor neutral.

Túneles, armas y entrenamiento: el apoyo técnico chino a la maquinaria de Hamás

Un oficial del ejército israelí camina el 25 de julio de 2024 durante una visita organizada por el ejército en un túnel utilizado por miembros de Hamas en Gaza para ataques transfronterizos. Según revelaciones recientes, parte de la infraestructura subterránea habría sido diseñada o reforzada con conocimientos técnicos proporcionados por ingenieros vinculados al régimen chino. AFP PHOTO / POOL / JACK GUEZ (Foto de JACK GUEZ / POOL / AFP) (Foto de JACK GUEZ/POOL/AFP vía Getty Images)

Si algo ha desconcertado a los analistas militares desde la invasión israelí de Gaza ha sido la sofisticación extraordinaria de la red de túneles del enclave: cientos de kilómetros excavados, reforzados, segmentados y conectados a lanzaderas de cohetes, arsenales y centros de mando. No se trata de unas pocas galerías improvisadas, sino de un sistema subterráneo propio de un ejército regular con acceso a conocimientos avanzados de ingeniería militar. Esa realidad difícilmente se explica sin tecnología, asesoría y formación externa.

Diversas investigaciones coinciden en que buena parte de esa asistencia técnica apunta a China. Expertos en guerra subterránea han señalado que el diseño y la complejidad del «Metro de Gaza» reproducen doctrinas de ingeniería militar estudiadas y utilizadas por el Ejército Popular de Liberación. El análisis del Jewish Policy Center sugiere que asesores militares chinos habrían aportado conocimientos de guerra subterránea, y esta sospecha se refuerza con las declaraciones de Guermantes Lailari, exoficial de la Fuerza Aérea estadounidense, difundidas por NTD, donde describe la estructura de los túneles de Hamás en términos que recuerdan claramente a las doctrinas chinas.

El punto más revelador llegó cuando Lailari afirmó que el ejército israelí localizó en Gaza a dos ingenieros de túneles del Ejército Popular de Liberación (EPL), una información desarrollada por el periodista Ira Stoll en un reportaje sobre el tema. Según ese relato, China presionó inmediatamente para obtener la devolución de esos ingenieros antes de que trascendieran detalles sobre su misión. Si esto es cierto, implicaría presencia militar china dentro del sistema de túneles de Hamás, una línea roja que transformaría la naturaleza del conflicto, porque ya no estaríamos ante ayuda abstracta, sino ante intervención técnica directa en la infraestructura clave del grupo.

A esa dimensión de ingeniería se suma la formación de cuadros de Hamás en territorio chino. Mohammed Deif, arquitecto del ataque del 7 de octubre y líder militar del grupo, fue entrenado en China en los años noventa, donde estudió artillería, explosivos y cohetería en un centro de ingeniería del EPL. Esa formación, recogida en análisis estratégicos que estudian su trayectoria, explica la evolución táctica y tecnológica de Hamás en las últimas dos décadas, desde el uso rudimentario de explosivos caseros hasta el despliegue de cohetes y artefactos de cada vez mayor precisión y potencia destructiva.

También las armas apuntan a Pekín si se observa lo que las fuerzas israelíes han encontrado sobre el terreno. Incautaciones documentadas en Gaza han revelado fusiles QBZ de fabricación china, lanzagranadas automáticos, sistemas de comunicaciones militares y explosivos avanzados utilizados por Hamás. Un vídeo ampliamente difundido muestra parte de ese material recuperado en túneles y posiciones de combate. La lógica de mercado negro puede explicar la presencia esporádica de armamento aislado, pero la acumulación de indicios sobre volumen, variedad y modernidad del equipamiento chino sugiere algo más estructural.

Esta lectura es precisamente la que desarrolla un artículo de opinión de Newsweek donde se describen grandes cantidades de equipamiento militar avanzado chino hallado en Gaza y se retoma la cuestión de los ingenieros de túneles del EPL. Según esa interpretación, lo que estamos viendo en Gaza no es solo un conflicto local, sino un episodio de una guerra delegada en la que China utiliza a Hamás como parte de una estrategia más amplia contra Israel y Estados Unidos.

NTD y Epoch Times han insistido en que esta combinación de formación, ingeniería y armamento encaja con el modus operandi de Pekín en otros escenarios donde prefiere operar a través de intermediarios armados en lugar de implicarse en conflictos abiertos.

Cuando se ponen todas estas piezas juntas —ingenieros especializados, formación de mandos, armas, tecnología— la imagen que emerge es la de una colaboración fragmentada pero coherente. China no aparece como proveedor único ni como patrocinador oficial, pero sí como fuente decisiva de conocimientos, equipamiento y cobertura para que Hamas haya podido construir, mantener y emplear la red de túneles que ha sorprendido al mundo y ha prolongado la guerra bajo la superficie.

Diplomacia hostil, narrativa digital y legitimación política

El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi (izq.), ofrece una conferencia de prensa con su homólogo egipcio, Sameh Shoukri, cuyo gobierno acoge a una delegación gazatí para las negociaciones de alto el fuego, el 3 de agosto de 2014 en El Cairo. AFP PHOTO/ MOHAMED EL-SHAHED (El crédito de la foto debe ser MOHAMED EL-SHAHED/AFP vía Getty Images).

La implicación china con Hamás no se limita a túneles o armas. También opera en el terreno de la diplomacia y de la información, donde el impacto es menos visible pero igualmente decisivo.

Desde el 7 de octubre, los portavoces del gobierno chino han adoptado una postura sistemáticamente crítica con Israel, evitando cuidadosamente condenar a Hamás. Al mismo tiempo, se han alineado con la retórica iraní al presentar ataques de misiles contra Israel como actos de «autodefensa» y han dado cobertura diplomática a líderes de Hamás en reuniones y foros regionales. Un diplomático de alto nivel llegó incluso a declarar que Hamás forma parte del «tejido nacional palestino», un mensaje que legitima políticamente a un grupo responsable de una de las peores masacres de civiles del siglo XXI. Estas posiciones han sido analizadas en detalle, por ejemplo, por The Jerusalem Post, que advierte del giro hostil de Pekín hacia Israel y de la necesidad de revisar las relaciones bilaterales.

En paralelo, el ecosistema digital chino ha desempeñado un papel disruptivo. Plataformas controladas desde Pekín, como TikTok, han servido para difundir contenidos virales que blanquean a Hamás, demonizan a Israel y amplifican mensajes antisemitas, especialmente entre públicos jóvenes occidentales. El fenómeno ha sido descrito con especial claridad en el análisis de Newsweek ya citado, donde se muestra cómo videos que justifican o minimizan el terrorismo contra Israel se hacen virales mientras la moderación de contenidos se aplica de forma muy diferente a otros discursos. Tianxia digital y guerra de información se dan la mano: Pekín no necesita enviar tropas si puede moldear la narrativa global sobre quién es la víctima y quién el agresor.

La investigadora de origen taiwanés Yael Hsu ha recopilado buena parte de estos hilos en su ensayo «Who’s helping Hamas?» («¿Quién está ayudando a Hamás?»), publicado en The Times of Israel. En lugar de centrar el foco en una sola pieza, Hsu muestra cómo se superponen la ayuda técnica, la complicidad diplomática y la manipulación informativa, y cómo China encaja en ese entramado de apoyos que incluye a Irán, Qatar y otros actores. Sus gráficos y esquemas ayudan a visualizar lo que de otro modo quedaría diluido en titulares sueltos: Hamás no se sostiene ni se explica solo por el patrocinio de Teherán; necesita, además, un ecosistema político, económico y mediático en el que China ha decidido ocupar un lugar cada vez más relevante.

Mientras tanto, en Europa se sigue hablando casi exclusivamente de Irán. La influencia iraní, aunque decisiva, no basta para explicar el salto cualitativo que Hamas ha experimentado en su infraestructura militar, su sofisticación tecnológica o su proyección política e informativa. La mano de Pekín —formación, ingeniería, armas, cobertura diplomática, propaganda digital— está cada vez más documentada, aunque todavía infrarrepresentada en el debate público europeo.

Una guerra bajo tierra y una potencia en la sombra

Esta imagen, tomada durante una visita de prensa organizada por el ejército israelí el 8 de febrero de 2024, muestra a soldados israelíes dentro de un túnel de mando de Hamás bajo un complejo del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (OOPS) en la ciudad de Gaza. Diversas fuentes de inteligencia señalan que algunos de estos túneles contaron con la participación técnica de ingenieros ligados al régimen chino. (Foto de JACK GUEZ / AFP) (Foto de JACK GUEZ/AFP vía Getty Images)

El conflicto entre Israel y Hamas ya no puede explicarse solo en clave local ni como una extensión automática de la agenda iraní. Cada vez resulta más evidente el papel creciente de China: no hablamos de una alianza formal ni de un frente declarado, sino de un entramado de apoyos técnicos, políticos y diplomáticos que ha permitido a Hamas ganar capacidad militar, sabotear la normalización regional y reabrir un ciclo de guerra que favorece a quienes buscan debilitar a Israel, a Estados Unidos y al entramado de alianzas que los sostiene.

El 7 de octubre fue, sin duda, una masacre planificada contra la población civil israelí, pero también puede leerse como un golpe estratégico contra el nuevo orden que empezaba a perfilarse en Oriente Medio. El ataque hizo descarrilar la normalización con Arabia Saudí, congeló el corredor IMEC y devolvió a la región a una lógica de conflicto permanente mucho más funcional para los intereses de Pekín, que ve cómo se frenan proyectos económicos y alianzas políticas que podían limitar su margen de maniobra.

Entender esta dimensión resulta indispensable para analizar el presente y anticipar la evolución del conflicto. La guerra que se libra hoy en los túneles de Gaza es, al mismo tiempo, una batalla por la configuración del orden internacional del siglo XXI. En ese escenario, China ha dejado de ser el actor lejano que solo compra petróleo y vende productos baratos: es una potencia que utiliza guerras ajenas, grupos armados y plataformas digitales para avanzar su agenda en la sombra, mientras buena parte del mundo sigue observando el mapa con categorías que ya se han quedado cortas.

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times 

Cómo puede ayudarnos a seguir informando

¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en España y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.

Ver en lagranepoca.com
COMPARTIR