SALUD Y BIENESTAR

Cómo se desinformó a toda una generación de mujeres sobre la terapia hormonal

En definitiva, la eliminación de las advertencias sobre la terapia hormonal por parte de la FDA después de 23 años confirma lo que muchas mujeres sospechaban
diciembre 2, 2025 18:55, Last Updated: diciembre 2, 2025 18:55
By Jingduan Yang

«¿Me engañaron?»

Esa es la pregunta que más oigo de mis pacientes en los últimos tiempos, con ira, agotamiento y la silenciosa devastación de quienes se preguntan si perdieron años de su vida por síntomas de la menopausia para los que les aseguraron que no había tratamiento.

La respuesta llegó a principios de este mes, cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) anunció que eliminaría las advertencias incluidas en un recuadro negro de los productos de terapia hormonal después de 23 años. Para muchas mujeres, este cambio de postura es una admisión que llega décadas demasiado tarde.

Qué sucedió en 2002

En julio de 2002, se publicaron en JAMA datos preliminares de la Iniciativa de Salud de la Mujer (WHI, por sus siglas en inglés), que mostraban que la terapia hormonal combinada (estrógeno y progestina) aumentaba el riesgo de cáncer de mama, accidente cerebrovascular y embolia pulmonar. Los principales medios de comunicación interpretaron los primeros indicios del estudio como una amenaza definitiva, y el anuncio provocó una disminución inmediata y drástica de su uso.

Mujeres que habían dormido bien por primera vez en años tiraron sus medicamentos a la basura de un día para otro. Las farmacias atendieron llamadas de pacientes en pánico que exigían la interrupción inmediata del tratamiento. Los médicos de atención primaria, la mayoría de los cuales nunca había recibido una formación sólida en el manejo de la menopausia, les dijeron a sus pacientes: «Dejen de tomarlos ahora y pregunten después».

Las pacientes dejaron de tomarlos y muchas sufrieron en silencio durante los siguientes 20 años.

El cambio histórico de la FDA

El 10 de noviembre, la FDA anunció que iniciaría la retirada de las advertencias generales en un recuadro negro que aludían a los riesgos de enfermedades cardiovasculares, cáncer de mama y probable demencia en los productos de terapia hormonal sustitutiva para la menopausia.

Cuando el comisionado de la FDA, el doctor Marty Makary, habló públicamente sobre este giro, no se anduvo con rodeos. Afirmó que los medios de comunicación habían ahuyentado a las mujeres de una terapia que podía cambiarles la vida y subrayó la diferencia entre la terapia solo con estrógenos y los regímenes sintéticos combinados. Reconoció abiertamente que la «maquinaria del miedo» se había puesto en marcha mucho antes de que se comprendieran plenamente los datos científicos.

También dijo algo que conmovió profundamente a muchas mujeres: «Después de 23 años de dogma, la FDA está poniendo fin al miedo que ha alejado a las mujeres de este tratamiento que les salva la vida».

Para muchas de mis pacientes, esa frase fue la validación que llevaban media vida esperando escuchar.

El problema está en los detalles

Los elementos clave siguieron durante años en la literatura médica, tanto en el artículo de 2002 como en los dos estudios de seguimiento publicados en 2011 y 2020 en JAMA.

La población del estudio era mayor

Las mujeres reclutadas en el estudio WHI eran todas posmenopáusicas, con edades comprendidas entre los 50 y los 79 años y una edad promedio de 63 años (más de una década después del inicio de la menopausia). La mayoría no había utilizado hormonas antes y muchas presentaban factores de riesgo cardiovascular.

Las hormonas eran sintéticas

Los efectos adversos observados en mujeres mayores que tomaban estrógenos equinos conjugados combinados con acetato de medroxiprogesterona —ambas formulaciones sintéticas más antiguas, desarrolladas en otro contexto— se generalizaron después a todos los tipos de terapia hormonal y a todos los grupos de edad.

La terapia con solo estrógeno mostró resultados diferentes.

El grupo que solo recibió estrógeno en el estudio WHI (mujeres sometidas a histerectomías y que, por lo tanto, recibieron estrógeno sin progestinas sintéticas) presentó una menor tasa de cáncer de mama.

En medio del pánico que siguió, nadie quiso escuchar matices.

El factor crítico

Sin embargo, incluso a principios de la década de 2000, algunos médicos, perplejos, dudaban, porque algo en los informes no encajaba con lo que veían en la práctica clínica. Las hormonas utilizadas en el estudio WHI no eran los preparados bioidénticos de estradiol y progesterona que muchos ya recetaban con buenos resultados. Más importante todavía, las mujeres que parecían beneficiarse más de la terapia hormonal eran aquellas que la iniciaban cerca de la menopausia, no ya en edades más avanzadas.

El momento oportuno es crucial. El cuerpo responde al estrógeno de forma muy diferente antes de la menopausia que una década más tarde. Tras años de niveles bajos de estrógeno, los vasos sanguíneos pierden su flexibilidad, se acumula placa y se consolidan cambios metabólicos. La relación riesgo-beneficio varía de forma fundamental según la edad a la que se inicie la terapia hormonal.

Esto es lo que en medicina se conoce como la «hipótesis del momento oportuno», un concepto que debería haber sido central en todos los titulares, pero que se perdió por completo.

Y durante dos décadas, las mujeres vivieron dentro de ese titular y soportaron las consecuencias del miedo y la desinformación.

Lo que perdieron las mujeres

La cuestión no es que la terapia hormonal sea perfecta ni que resulte adecuada para todas. El problema es que a las mujeres nunca se les dio la oportunidad de tomar una decisión informada.

Quienes inician la terapia hormonal de forma precoz, idealmente dentro de los diez años posteriores a la menopausia, tienden a experimentar mejor sueño, menos ansiedad e irritabilidad y una mayor protección frente a la pérdida ósea.

Muchas refieren mejor función cognitiva, mejores marcadores cardiovasculares y mayor salud sexual y bienestar en las relaciones. Aunque se hable de ello con más discreción, quizá el beneficio más profundo sea el más simple: la sensación de recuperarse a sí mismas.

Conclusiones

Las nuevas directrices de la FDA no responden a una moda pasajera ni a un giro brusco. Marcan el regreso a la medicina basada en la evidencia, la que millones de mujeres deberían haber recibido desde el principio.

La terapia hormonal no es apropiada para todas ni constituye una panacea. Sin embargo, es una herramienta poderosa y, para la mujer adecuada en el momento oportuno, puede devolver una calidad de vida que creía perdida para siempre.

Nuestro trabajo ahora —como profesionales clínicos, periodistas y como sociedad— es devolver a las mujeres lo que el miedo les arrebató: claridad, opciones y control.

Todo lo que siga en esta serie de artículos se basará en esa misión.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times con el título «How a Generation of Women Was Misled About Hormone Therapy».

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