CHINA

«Made in China 2025» fracasa en el campo de la fabricación avanzada

La visión de Xi Jinping para «Made in China 2025» y para una China líder mundial en 2040 presupone el dominio del país en la fabricación avanzada, pero, en esta etapa, solo una pequeña proporción de las fábricas chinas cumplen con los criterios más ampliamente aceptados para ser consideradas "avanzadas"
octubre 30, 2025 20:36, Last Updated: octubre 30, 2025 20:36
By Antonio Graceffo

El Partido Comunista de China (PCCh) considera esencial la inversión masiva en fabricación avanzada para fortalecer el poder nacional y consolidar la posición del país como líder tecnológico mundial. En consonancia con el XIV Plan Quinquenal, estos objetivos se han promovido a través del programa de Centros de Innovación en Manufactura (CIM). Lanzados en 2015 —en respuesta a la red estadounidense «Manufacturing USA» y a la iniciativa alemana «Industria 4.0»—, los CIM se concibieron como centros especializados de I+D+i que vinculan a la industria, los institutos de investigación y el gobierno.

En nueve años, el PCCh invirtió más de 300 mil millones de dólares (259 mil millones de euros) para crear 33 centros de innovación, con la meta de llegar a 40 en 2025. Cada centro cuenta con el apoyo de laboratorios estatales y socios regionales para conformar ecosistemas industriales en sectores prioritarios definidos por el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información (MIIT, por sus siglas en inglés), entre ellos la robótica, los semiconductores, la industria aeroespacial, la biofarmacéutica y los vehículos eléctricos. El objetivo era alcanzar hasta el 80 % de producción nacional en estos sectores para 2025, a fin de reforzar la autosuficiencia y reducir la dependencia de tecnologías extranjeras.

El programa de Fabricación Integrada (FI) se convirtió en un pilar de la iniciativa «Made in China 2025» para impulsar el paso de una producción de bajo a alto valor añadido, sustentada en la innovación. Sus funciones incluían la promoción de estándares y la protección de la propiedad intelectual, el apoyo a la comercialización de nuevas tecnologías y la aceleración de la adopción de la fabricación avanzada en todo el sector industrial. El XIV Plan Quinquenal (2021-2025) amplió estas inversiones y puso el énfasis en reducir la dependencia de proveedores extranjeros para componentes clave, como los circuitos integrados, y en una mayor integración de la FI en los planes de desarrollo nacionales y regionales.

Pese a estas inversiones, los resultados son dispares. Aunque la producción manufacturera china ha aumentado con fuerza, la base industrial sigue siendo heterogénea. La mayoría de las fábricas aún opera a un nivel tecnológico bajo o intermedio, sin automatización avanzada, sin integración digital sólida ni esfuerzos sostenidos en I+D. Solo una pequeña parte cumple los criterios de «fabricación avanzada». Estudios del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de Estados Unidos (NIST, por sus siglas en inglés) y del Mercator Institute for China Studies (MERICS) apuntan a una reducción parcial de la brecha en la fabricación de alta gama, pero el peso de la fabricación avanzada en el conjunto de la producción continúa siendo reducido. Muchas empresas han incrementado su gasto en I+D sin que ello se traduzca en un aumento proporcional de la productividad o la innovación.

Al mismo tiempo, la estrategia china ha generado deliberadamente una gran sobrecapacidad industrial. La capacidad de generación de energía solar supera hoy la demanda mundial entre dos y tres veces. Las plantas de automoción operan en torno al 59 % de su capacidad, mientras que los vehículos eléctricos a menudo se venden con pérdidas. Las subvenciones públicas cubren estos déficits, lo que permite inundar mercados extranjeros con productos a precios inferiores al coste y desplazar a la competencia. La estrategia a largo plazo consiste en producir por encima de la demanda, inundar los mercados y forzar la salida de competidores para consolidarse como proveedor dominante.

En este ámbito, China ha ganado cuota de mercado, pero sigue rezagada en innovación. Estados Unidos, por su parte, ha invertido apenas 160 millones de dólares (138 millones de euros) en diversos institutos de fabricación avanzada y, aun así, se mantiene a la vanguardia del desarrollo tecnológico. La diferencia obedece menos a la cuantía de las inversiones que a su eficacia, originalidad y resultados en términos de innovación.

El sistema chino también ha recurrido en gran medida a la apropiación indebida de propiedad intelectual. Según la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, China figura entre los países con más infracciones de propiedad intelectual, mediante espionaje e intrusiones informáticas. Las empresas extranjeras que operan en el país han afrontado, además, requisitos de transferencia tecnológica como condición para acceder al mercado. Estas prácticas han acelerado la acumulación tecnológica sin reforzar la capacidad de innovación propia.

Los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a los productos chinos han empezado a alterar esta dinámica. La inversión extranjera directa en China disminuye, pues empresas estadounidenses y de otros países se ven cada vez más desincentivadas a producir allí, lo que reduce el acceso de Pekín a tecnologías avanzadas. Ese efecto colateral —la limitación de la apropiación de tecnología— podría ralentizar el progreso tecnológico chino y, a la vez, favorecer un repunte de la investigación, la inversión y el desarrollo industrial en Estados Unidos.

Estas medidas podrían contribuir a reconstruir la base industrial de Estados Unidos y a mantener su ventaja tecnológica. No obstante, si los republicanos pierden la Casa Blanca en 2028, el país podría volver a políticas fallidas del pasado, las que permitieron a China acaparar el foco, algo que el expresidente Joe Biden llegó a considerar imposible.

Artículo publicado originalmente en The Epoch Times Francia con el título «Made in China 2025 échoue dans le domaine de la fabrication de pointe»

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