Los silbidos y otros sonidos fantasma pueden percibirse en uno o en ambos oídos, con síntomas que varían de una persona a otra. Imagine oír un silbido, un zumbido o un rugido constante que nadie más puede percibir. Ese es el tinnitus: la percepción de un sonido sin fuente externa. El tinnitus, también llamado acúfenos, no es una enfermedad, sino el síntoma de un problema subyacente.
Los acúfenos afectan al 14,7 % de la población adulta europea (4,0 % en hombres y 15,2 % en mujeres), según un estudio transversal realizado entre 2017 y 2018 por la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido, con colaboradores europeos.
Aunque existen tratamientos médicos y tecnológicos, muchas personas buscan enfoques naturales para controlar los síntomas de forma integral. Estas opciones —cambios en el estilo de vida y terapias alternativas— pueden aportar alivio cuando se ajustan a los desencadenantes y a las necesidades de cada caso.
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Existen dos tipos de acúfenos: subjetivos y objetivos. Los primeros son los más frecuentes —superan el 99 % de los casos— y, a la vez, los más difíciles de diagnosticar, porque los sonidos solo los percibe la propia persona.
Por el contrario, los acúfenos objetivos pueden ser audibles tanto para quien los padece como para el médico. Suelen deberse a funciones corporales internas, como la circulación sanguínea; por ello, su diagnóstico y tratamiento suelen ser más sencillos.
Según el doctor Fernando Moliner, otorrinolaringólogo del Hospital Quirónsalud Zaragoza, el acúfeno subjetivo se relaciona habitualmente con alteraciones de la vía auditiva más que con problemas de riego sanguíneo.
El especialista afirma que más del 80 % de los casos son tratables.
Faustino Núñez Batalla, presidente de la Comisión de Audiología de la SEORL-CCC (Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello), señala como síntomas más comunes del acúfeno la irritabilidad, la ansiedad, la dificultad para concentrarse, las alteraciones del sueño (dificultad para conciliar el sueño) y, en los casos graves, la depresión o ideas suicidas.
También puede tener repercusión neurológica, con alteraciones visuales, del equilibrio, mareo, disartria, disfagia o dificultad para caminar. Las personas sin signos de alarma que presenten tinnitus de inicio reciente o tinnitus pulsátil deben consultar con su médico.
Los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Pedro Cabo y María Cuesta, señalaron en una nota informativa del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades que «cuando se produce un acúfeno y los impulsos eléctricos correspondientes, se genera una sensación de malestar». Si la señal acústica persiste, «la conexión entre el sistema auditivo y la amígdala puede intensificarse, dando lugar a síntomas emocionales frecuentes del acúfeno, como el estrés, la ansiedad y la depresión».
Los sonidos pueden percibirse en un oído, en ambos o en la cabeza, y adoptar formas como silbidos, zumbidos, chasquidos, silbidos agudos, rugidos, sonidos similares al de las cigarras, al agua al fluir o al escape de vapor.
En la mayoría de los casos, el tinnitus no es pulsátil —es decir, el sonido no está sincronizado con los latidos del corazón—. Sin embargo, en casos poco frecuentes de tinnitus objetivo, el sonido puede pulsar de forma rítmica o aparecer y desaparecer. Algunas personas notan cambios en su tinnitus al mover la cabeza, el cuello o los ojos, o al tocar determinadas partes del cuerpo.
La gravedad del tinnitus suele depender más de cómo reacciona la persona ante la afección que del propio sonido. Muchas personas presentan dificultades para dormir o concentrarse y pueden experimentar ansiedad o depresión. En otras, el estrés agrava el tinnitus.
Para oír, las ondas sonoras atraviesan el conducto auditivo y alcanzan el oído medio e interno, donde las células ciliadas de la cóclea las transforman en señales eléctricas. Estas señales recorren la vía auditiva hasta la corteza auditiva del cerebro, donde se percibe el sonido. El acúfeno aparece con más frecuencia cuando esa vía se altera, de modo que las células ciliadas dañadas del oído interno envían descargas eléctricas irregulares al cerebro.
En la actualidad no existe ningún fármaco indicado para tratar el tinnitus, según investigadores del CSIC. «La razón de que no exista ningún fármaco es que hay miles de neuronas auditivas y millones de conexiones sinápticas, por lo que resulta realmente complicado determinar específicamente el punto donde se origina el acúfeno».
Otros factores de riesgo
Vacunas contra la COVID-19: un estudio de 2024 observó una mayor incidencia de tinnitus tras las vacunas contra la COVID-19 con vector adenoviral Vaxzevria y de ARNm. Otro estudio de 2024 identificó la hipertensión, la obesidad y los trastornos tiroideos como factores de riesgo que podrían aumentar la probabilidad de desarrollar tinnitus tras la vacunación contra la COVID-19 con Pfizer, Moderna o Janssen.
Masa grasa: un estudio de 2024 analizó los datos de salud de más de 2200 personas y halló que los hombres con tinnitus, especialmente en los casos crónicos, presentaban porcentajes más altos de masa grasa (sobre todo en tronco, brazos y piernas), cinturas más anchas y menos masa muscular en las piernas. Estas asociaciones no se observaron en las mujeres.
Los otorrinolaringólogos pueden indicar las siguientes pruebas:
Pruebas de imagen: las personas con tinnitus unilateral y pérdida auditiva deben someterse a resonancia magnética (RM) con inyección de gadolinio. En el tinnitus pulsátil, pueden requerirse angiografía por RM, angiografía por TC o angiografía convencional para evaluar los vasos sanguíneos.
Qué pruebas puede solicitar un especialista en audiología para ayudar a un paciente con estos síntomas
Prueba de reconocimiento de voz: evalúa la capacidad de oír y repetir palabras.
Audiograma tonal puro: mide la audición en distintas frecuencias e intensidades.
Timpanograma: valora la función del oído medio mediante el movimiento del tímpano y de los huesecillos ante cambios de presión.
Prueba de reflejo acústico: comprueba la contracción refleja de los músculos del oído medio frente a sonidos intensos.
Prueba de emisiones otoacústicas: detecta la actividad de las células ciliadas del oído interno e informa sobre la función coclear.
Tratamientos posibles
Entre los abordajes con evidencia figuran la terapia cognitivo-conductual (TCC) y las terapias sonoras, que emplean dispositivos para facilitar la concentración o desviar la atención de los sonidos propios del trastorno.
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Otra intervención, el reentrenamiento del tinnitus (TRT), se apoya en la plasticidad neuronal para reducir el impacto del síntoma. Además, existen técnicas de estimulación eléctrica que envían microimpulsos a la cóclea con el objetivo de restaurar patrones de señal nerviosa.
Dentro de los tratamientos complementarios, la acupuntura puede ser útil en algunos casos. Estudios en neurociencia sugieren que sus efectos podrían implicar la estimulación neuronal, la activación de opioides endógenos y la liberación de neuropéptidos con acción en regiones específicas del cerebro. Un estudio de 2023 en pacientes con tinnitus subjetivo crónico y obesidad observó una reducción significativa de la gravedad del síntoma.
Consejos para el autocuidado
Evite la exposición a ruidos intensos. Si es inevitable, utilice protección auditiva (tapones o auriculares antirruido).
Descanse lo suficiente. Dormir con la cabeza ligeramente elevada puede reducir la congestión nasosinusal y hacer que los sonidos del tinnitus sean menos perceptibles.
Evite el tabaco y revise con su médico posibles fármacos que puedan empeorar el tinnitus.
Considere los suplementos solo si su alimentación es insuficiente: el magnesio o un multivitamínico con vitaminas A, C y E puede ayudar a proteger las células ciliadas y favorecer la salud del oído y del cerebro. Antes de tomarlos, consulte con un profesional sanitario.
Cuide sus oídos. Mantenga un volumen moderado en los dispositivos de audio y limite la exposición prolongada.
Información con contenido de The Epoch Times edición Francia.
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