Al planear un destino turístico no solo es oportuno hacer una lista con los objetos personales importantes que le ayudarán durante el viaje o planificar cuáles serán los pasos a seguir para poder conocer algún sitio específico deseado. En los viajes en familia, además, es clave aprovechar la ocasión para conectar con los hijos y convertir la experiencia en una aventura compartida y enriquecedora.
Algunas personas consideran que viajar con niños añade dificultad porque su mirada del mundo difiere de la adulta. Mientras los mayores priorizan horarios, presupuestos y organización, los pequeños se rigen por otros ritmos y necesidades.
Sin embargo, la curiosidad infantil puede impulsar la planificación y aportar un valor singular a cada desplazamiento, convirtiéndolo también en una oportunidad de aprendizaje.
En un artículo del Huffington Post, la instructora de desarrollo infantil Gia Gambaro Blount señaló: «La curiosidad es el motor de la experiencia de viajar, porque activa todos los sentidos y anima a los niños a hacer preguntas sobre el mundo».
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La curiosidad enriquece el viaje cuando los niños investigan, exploran culturas nuevas o resuelven pequeños retos —por ejemplo, aprender a leer un mapa—. También favorece la conexión familiar al compartir esa investigación.
En declaraciones a The Epoch Times España, Lucía Sánchez y Rubén Señor —familia viajera, impulsores de la iniciativa Algo que recordar y autores del documental Hola mundo— explican que ver el mundo a través de sus hijos supuso una experiencia muy diferente a la de viajar solos.
«[Viajar con niños] te abre más puertas. En casi cualquier país se valora que una familia tenga la confianza y las ganas de visitarlo. La gente se acerca y quiere ayudar. Frente a la idea de que es peligroso viajar con niños, para nosotros son nuestros ángeles de la guarda», señalan.
Esta familia aconseja ayudar a los hijos a perder el miedo al mundo y a convertirlo en su patio de juegos.
«Es una gran inversión a largo plazo: en confianza, seguridad y posibilidades. La cantidad de estímulos a los que se exponen y lo que puede florecer a partir de ellos es increíble. Si solo conoces lo que pasa en tu barrio, esa será tu perspectiva del mundo», afirman.
Recomendaciones a la hora de planear un viaje con hijos
Los niños viven el viaje a otro ritmo y pueden ser más vulnerables a ciertas actividades, entornos o comidas. Por eso conviene tener en cuenta sus necesidades al programar el viaje.
Para Ericka Ramón, asesora de viajes en El Corte Inglés y especialista en familias, es recomendable elegir el destino según la edad: con los más pequeños, priorizar playas seguras o alojamientos con servicios infantiles; con los mayores, planear actividades de aventura, como rutas de senderismo.
También sugiere reservar en el presupuesto un fondo para recuerdos y pequeños caprichos de los niños, como helados o chuches.
La seguridad es prioritaria: resulta útil preparar un botiquín básico con gasas, antiséptico y antiinflamatorios, entre otros.
Para el equipaje, Lucía y Rubén recomiendan viajar ligero: una maleta para una semana puede servir para periodos más largos. Dedicar demasiado tiempo a decidir qué llevar se convierte en un lastre mental.
«Con ropa para cinco o siete días suele ser suficiente; siempre se puede lavar y comprar lo necesario durante el viaje», añade la familia.
En términos económicos, advierten sobre hábitos que encarecen el viaje: planificar todo al momento, fijar fechas exactas en temporada alta, reservar sin certeza de que sea lo adecuado o disponer de muy poco tiempo para visitar lugares emblemáticos.
«Viajar lento es viajar barato», resumen. «Con margen para actuar y un ritmo más calmado, se conoce mejor el destino y mejora la experiencia de toda la familia».
«Preguntar a la gente local qué ver o dónde ir ofrece horizontes nuevos, lejos de “la típica foto de Instagram”. Si vas a Camboya, los templos de Angkor son imprescindibles, pero siempre hay experiencias enriquecedoras fuera del circuito turístico», apuntan.
«En nuestro último viaje a Corea del Sur nos alojamos en una casa de intercambio lejos del centro de Seúl. No vimos a otros extranjeros por la zona. Los lugareños nos reconocían y saludaban. Una noche, durante una cena, conocimos a una familia local y terminamos en su casa probando platos nuevos mientras las niñas jugaban. Fue una de las mejores experiencias del viaje», añaden.
El aprendizaje y la experiencia, beneficios para los niños que realizan viajes en familia
Viajar favorece el desarrollo social y emocional: ofrece oportunidades para ampliar la mirada y consolidar actitudes ante la vida y los demás. Según especialistas del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), en los más pequeños se asocia con menos estrés y mayor empatía; en los mayores, con más independencia ante situaciones nuevas.
Lucía y Rubén también proponen experiencias en grupo a través de su servicio de «viajes en tribu» en la plataforma Algo que recordar.
Aseguran que, en estos viajes, los niños reciben un estímulo notable para comunicarse y socializar: además de las experiencias que ofrece el destino turístico, interaccionan con otros menores y aprenden a afrontar retos y oportunidades durante el recorrido.
El psicólogo británico Oliver James afirma que los viajes en familia tienen para los niños un valor más duradero que los juguetes, porque generan recuerdos más sólidos.
En los más pequeños, se asocia con beneficios para la salud mental; en adolescentes, con mayor resiliencia al aprender a resolver imprevistos durante el viaje.
Viajar en familia también fortalece el sentido de pertenencia mediante actividades que enriquecen el aprendizaje cultural.
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Según una encuesta del Observatorio de Turismo Familiar, el 58 % de familias considera que viajar aumenta el interés por aprender idiomas y culturas nuevas; el 53 % observó en sus hijos más confianza ante entornos desconocidos; el 45 % afirmó que quienes disfrutan de viajar en familia también lo hacen en la vida adulta; el 31 % destacó la desconexión tecnológica y el alivio del estrés; y el 22 % indicó que los viajes ayudan a reducir tensiones entre los miembros.
María, una de las madres participantes en los «viajes en tribu» de Algo que Recordar, relata que vio a niños correr, jugar y escuchar atentos las historias de otras familias: «hubo felicidad, tranquilidad, cansancio a tope, fascinación y miedo».
Sin lugar a dudas, ofrecer viajes a los hijos influye en sus hábitos y les ayuda a comprender la realidad de forma más amplia, preparándoles para la vida adulta. También deja la huella de emociones y vivencias compartidas que convierten esas experiencias en recuerdos valiosos para superar momentos difíciles.
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