En un gesto que resuena como un trueno en los pasillos de Bruselas y Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha propuesto públicamente la expulsión de España de la OTAN.
La razón: la persistente negativa del Gobierno de Pedro Sánchez a elevar el gasto en defensa al 5 % del PIB, un umbral acordado por la Alianza en la cumbre de La Haya el pasado 25 de junio.
Esta declaración, pronunciada el jueves durante una rueda de prensa en la Casa Blanca junto al presidente finlandés, Alexander Stubb, no es un arrebato aislado, sino el clímax de una política trumpista que prioriza la equidad en la defensa colectiva y que, de hecho, ha fortalecido a la OTAN frente a amenazas como la agresión rusa en Ucrania.
Mientras Trump elogia a aliados como Finlandia —recién incorporada en abril de 2023 y que ya destina más del 2 % de su PIB a defensa, compartiendo una frontera de 1340 km con Rusia—, España emerge como el único rezagado en el compromiso atlántico.
«Solicité que pagaran el 5 por ciento, no el 2 por ciento, y la mayoría pensó que no iba a suceder, y se aprobó prácticamente por unanimidad. Tuvimos un país rezagado: España. […]. Francamente, quizá deberían expulsarlos de la OTAN», declaró Trump con su característica franqueza.
Sánchez vs. la OTAN
El contexto es demoledor para el Ejecutivo de Sánchez.
En la cumbre de La Haya, los 32 aliados —incluida España— firmaron una declaración histórica que obliga a invertir el 5 % del PIB anual en defensa y seguridad: 3,5 % en gasto militar estricto (armas, salarios, misiones) y 1,5 % adicional en capacidades conexas como ciberdefensa e infraestructura crítica.
Sin embargo, Sánchez se desmarcó inmediatamente, defendiendo un tope del 2,1 % que calificó de «realista, suficiente y compatible» con el modelo social español.
En 2023, España destinó apenas el 1,24 % de su PIB a defensa —unos 17 200 millones de euros—, situándose en el último puesto entre los 31 aliados europeos y Canadá. Para 2025, la estimación de la Alianza eleva la cifra a 33 123 millones de euros, alcanzando el 2 % por primera vez.
No obstante, esto sigue siendo insuficiente: Polonia invierte el 4,07 %, Estonia el 3,41 % y Estados Unidos el 3,19 %, cifras que han permitido a la OTAN sumar 605.200 millones de euros (700 000 millones de dólares) extra en la última década.
El aislamiento de España
La política exterior de Sánchez está aislando a España de sus históricos aliados.
En la cumbre de La Haya, Sánchez posó distante de líderes como Trump, Macron o Merz, y su pacto paralelo con Rutte —un intercambio de cartas que garantizaba «flexibilidad soberana»— fue visto en Washington como un subterfugio.
El resultado: una crisis de confianza que Trump ha elevado a amenaza existencial.
La expulsión no está prevista en el Tratado del Atlántico Norte de 1949 —el artículo 13 solo regula salidas voluntarias—, pero podría materializarse como un boicot al artículo 5 (defensa mutua), dejando a España desprotegida en caso de agresión.
De esta forma, la propuesta de Trump no solo pone en jaque la membresía de España en la OTAN, sino que revela una fractura profunda en la Alianza. El énfasis de Trump en el 5 % no es arbitrario; responde a una estrategia de disuasión frente a potencias como Rusia y China, donde el gasto en defensa se ha duplicado en la última década.
Para España, el coste de no cumplir podría ser catastrófico: pérdida de acceso a inteligencia compartida, reducción de misiones conjuntas y, en el peor de los casos, un aislamiento estratégico que debilitaría su posición en el flanco sur de la OTAN.
Este escenario no es hipotético; el precedente turco con Siria en 2020, donde la OTAN limitó su apoyo a Turquía por discrepancias estratégicas, sirve de advertencia.
¿China o la OTAN? El giro de Sánchez que enciende las alarmas
La política exterior de Sánchez no solo ha tensionado las relaciones con la OTAN, sino que ha alejado a España de sus aliados históricos.
Un claro ejemplo de esta deriva es la exclusión de España de las últimas cumbres organizadas por la OTAN sobre la situación en Ucrania, un hecho que subraya la creciente marginalización de Madrid en el escenario internacional.
Esta tendencia se alinea con un giro hacia China, erosionando las tradicionales alianzas atlánticas y europeas —priorizando relaciones con Pekín—, lo que ha generado preocupación entre los socios históricos de Madrid.
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El futuro de España en juego
La propuesta de Trump no es un capricho, sino una estrategia para asegurar que la OTAN sea una Alianza viable frente a amenazas reales.
Para España, el desafío no es solo financiero, sino estratégico. El 5 % no es un fin en sí mismo, sino un medio para garantizar seguridad colectiva, disuasión y prosperidad económica.
Sánchez, con su errática política exterior, arriesga no solo la membresía de España en la OTAN, sino su rol global en un mundo cada vez más polarizado.
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